“En el derecho se palpa cómo el discurso estructura el mundo
real”[1]
La expresión jurídica “homicidio por placer” comenzó a circular en los medios a partir del asesinato de Fernado Baez Sosa, en Villa Gesell. Se trata de un agravante del homicidio simple. No es algo nuevo, está en el artículo 80 del código penal. En el cual podemos leer : "se impondrá reclusión perpetua al que matare por placer, codicia, odio racial, religioso, de género o a la orientación sexual, identidad de género o su expresión". La mayoría de los abogados coincide en la dificultad probatoria por el carácter subjetivo que tiene.
La pulsión
tanática y la pulsión erótica se inscriben, según las épocas, de diferentes
maneras en el Otro social. En el
discurso Amo y más precisamente en el discurso jurídico.
El aborto,
el incesto, la violación, la violencia sobre las mujeres, fueron consideradas
de muy diferentes maneras en distintos momentos de la historia. Acorde con esto
varía el tratamiento que se le daba ya sea de tolerancia e indiferencia o condena moral o jurídica. La violación no
era un crimen incluso durante la primera
parte del siglo XX, el aborto recién fue considerado después de los enfrentamientos
bélicos que hicieron que el número de nacimientos fuese de interés nacional.
Las
obsesiones con la pulsión erótica pasaban por los cuatro pecados capitales, coitus interruptus, homosexualidad,
bestialismo y masturbación. Estas modalidades obsesionaban a los educadores, a
los religiosos y a los médicos.
El mundo real convulsiona y empuja hacia la aparición de
significantes nuevos. Significantes que a su vez estructuran el mundo real.
El éxito
de los significantes amos depende del poder de fijar sentidos comunes para una
comunidad determinada a partir de una autoridad reconocida. Por
ejemplo, un significante exitoso es “violencia de género” o también “femicidio” o
“bullying”
La
expresión “crimen
por placer” parece tener cierta afinidad con la perspectiva analítica. Aumentar la condena de un homicidio
considerando la satisfacción que hay en juego es la consecuencia del avance de violencias más cínicas y del
empuje al goce que se dan en la actualidad.
En el sentido estricto todo hecho de violencia implica un
goce, porque implica el ejercicio de una
fuerza, la intervención de un cuerpo sobre el otro. Hay una satisfacción
pulsional que siempre acompaña al ejercicio de la violencia. El paradigma del
“goce de matar” está en la crueldad. [2]
Cuando el hecho de violencia está inmerso en un entramado
simbólico este le da un sentido, un objetivo. Como dice Lipovetsky de las “violencias
salvajes”, son por venganza o por honor.
Intentan restablecer un orden simbólico
perdido.
Las “violencias modernas”, al ritmo del retiro del Otro, en
la medida que “el Otro no existe”, van perdiendo el alojamiento en una ficción,
se vuelven más evidentemente sin sentido. Ahí, es donde aparece la pregunta ¿Por
qué lo hizo? Sin que ninguna razón lo justifique. Así como aparece la
pornografía sexual, índice de que no existe la relación sexual, dice Miller, de
igual modo tenemos la pornografía de la violencia. Es un ejercicio
pulsional independiente de algún marco simbólico que revela más abiertamente la
satisfacción en juego.
Pero esta descripción de “matar por placer” no es el
rasgo más destacado del asesinato de Villa Gesell. Algunos artículos que
aparecieron en ese momento y se
preguntaban por la causa,
coincidieron en interpretar la violencia
puesta al servicio de “ser macho” o “hacerse hombre”. Por ejemplo, el artículo de
Juan Branz “Rugbiers:
Matar para ser macho” que fue publicado en
la Revista Anfibia . El diario Pag 12, publicó el 16/2/20 una nota cuyo título era “El rol de la violencia en el hacerse
hombre.”[3]
En esta nota opinaron tres psicoanalistas.
Uno de ellos plantea que el centro de la problemática es ¿Cómo se logra la masculinidad? Y afirma que
la masculinidad se trata de la subjetivación de la potencia y que así lo sostiene
el psicoanálisis.
Otra intervención, recuerda que esa cualidad de la masculinidad
se adquiere en la escena totémica, en referencia a Tótem y Tabú. Opina que los
jóvenes están armando una especie de fiesta canibalística distinta. Hipótesis
que a su criterio se corrobora, en la hamburguesa que se comen después de dar muerte a Fernando.
El segundo comentario llama “ritual” a la secuencia que repetían, pegarle
a alguien, filmar y verse. Se interpreta que es a partir de este “verse” que se
reconocen como potentes.
Hay también una alusión a la clase social a la que pertenecen,
clase que se identifica en la intención de hacer lo que quieren desconociendo
la ley. Y eligiendo como “chivo expiatorio” al “negrito”.
Otra intervención señala la cultura del gimnasio de las pesa
y de los anabólicos que apunta a mirarse al espejo y ver un hombre potente, o
una maquina. Tener un cuerpo de hombre
en el espejo sería un camino en la búsqueda de la masculinidad , se aclara
oportunamente “imaginaria”.
Se agrega que el
“verse” no es lo mismo que “crecer o desarrollarse” (?) como hombres. Señala
que en ese sentido eran muy importantes los “actos de perdida” como testimonian los tangos. “El varón que
perdía una mina” Ser capaz de perder una
mujer, eso lo hacía hombre.
Otro comentario asemeja el acto asesino a los linchamientos
en las redes sociales donde se observa el placer por la humillación y la descarga de la hostilidad.
Se señala como problema la disolución de los ritos masculinos, como el
batirse a “duelo”, o no respetar ciertas normas como, por ejemplo, “ no se le
pega a una persona que está en el suelo o que pide que no se le pegue”. Se
concluye que el problema es la disolución de las normas que codificaba la
agresión.
Hablando del problema en la búsqueda de la masculinidad,
estos analistas hablan del mito, del ritual actual el cibernético o el antiguo ritual en desuso,
el cuerpo en el espejo, la pérdida del primer amor ejemplificado en el tango, los ritos perdidos, la agresión sin códigos.
Estos psicoanalistas hablan como antropólogos.
Los antropólogos, sociólogos, filósofos… suelen abrirnos una
ventana a la actualidad sumamente
importante. Pero a ese paisaje debemos de darle la propia lectura, para lo cual
es muy importante no olvidar nuestra relación con el inconsciente en su sentido
más amplio y con la singularidad del goce.
No es cierto que el
psicoanálisis piense a la masculinidad
como la subjetivación de la potencia, una afirmación de este orden justifica
los alardes machistas. Que no son más que caminos inconducentes que encierran
al sujeto ya sea en la mortificación narcisista o en la exigencia
demostrativa de los acting o de los
pasajes al acto.
La asunción del sujeto de su posición sexuada es la consecuencia del complejo de castración, como nudo y
encrucijada[4]. El
malestar estructural de la sexualidad humana, plantea esta antinomia interna:
asumir sus atributos a través de una amenaza o de una privación. Existe esa contradicción, para tener hay que poder pasar por el riesgo
de no tener y nada de esto es sin
angustia. Por esa razón frecuentemente se buscan otros caminos que resultan sin salida, caminos
fallidos.
“El hombre hace
su “ser” enfrentando la amenaza de castración, nunca la enfrentan del todo,
tienen una especie de lucha Hegeliana del amo y el
[1] Lacan Jacques, El Seminario 17 El Reverso del Psicoanálisis. Pág 16.
Paídos, Bs. As. 1992
[2]
Citado en el libro La era del
espanto del psicólogo alemán Wolfgang Sofsky. Sin marco simbólico se pasa al
ejercicio de la violencia en sí misma. En
las guerras se trata de evitar a partir de las nomas del ejercito que
haya satisfacciones personales, por el contrario en la masacre de los tutsis en
Rwanda, la orden era no matar con armas automáticas sino con hachas y
cuchillos, una experiencia más vivida en el cuerpo a cuerpo, sin ninguna razón
solo para experimentar el goce en la matar.
[3] Rita Segato desde la antropología lo dice así. “Las mujeres hemos identificado nuestro
propio sufrimiento y hablamos de él. Los hombres no han podido hacerlo. La
violencia hacia los hombres por el mandato de masculinidad y por la nefasta
estructura corporativa de la fratria
(hermandad) masculina. La iniciación
a la masculinidad es un tránsito violentísimo.” Segato Rita Contra
pedagogía de la crueldad. Ed. Prometeo. Pág 16
[4] Lacan
Jacques “La significación del falo” Escrito 2.
esclavo. La vía que propone Freud es enfrentar la castración
lo que no quiere decir comportarse como un psicópata o romperles la cara a
todos los hombres como gran objetivo de la existencia o decir ni Dios ni Amo.
Sino elegir a quienes uno reserva el afecto de admiración y que la admiración no impida el punto en
juego: enfrentar, en cierto tipo de combate, la amenaza de castración.” [1]
La asunción de una posición sexuada, vivir como un hombre o
vivir como una mujer no es imaginaria. Se
logra a condición de enfrentar la propia forma de goce y soportar su conmoción
e inconveniencia. La paradoja es que eso que me separa de la comunidad, del
ideal y de la moral me permite inscribirme dentro de una posición sexuada.
Las referencias al mito
que recién comentamos nos hacen recordar el esfuerzo de Lacan para ir del mito
a la estructura. Sobre Tótem y Tabú retengamos el comentario de Lacan, este
mito articula el punto del reconocimiento de la hermandad, somos todos
hermanos. Para Lacan “el origen de la fraternidad es la segregación. No hay
fraternidad sin segregación. Estar juntos, separados del resto.”[2]
Lo más evidente del caso de Villa Gesell es que los sujetos
sostienen su “ser hombre” de la pertenencia a una fraternidad que se sostiene a
su vez de la segregación. Juan Branz, escribe en el artículo citado: “ el
discurso y la práctica que me convierte en macho, es exhibir la fuerza
con la cual convierto al otro en puto. Perpetuar al otro en ese lugar “puto” o “negro” es el medio para celebrar la
propia masculinidad blanca”.
EL rechazo primordial racista
Hay un
desarrollo previo a los discursos en el que Lacan comienza a despejar esta idea de la
segregación fundamental. Se trata del escrito “Los tiempos lógicos y el aserto
de certidumbre anticipada, un nuevo sofisma” un largo título, un texto complejo
que se sigue interpretándose. Donde se plantea el problema de los tres
prisioneros, como un problema lógico. Que no tiene solución por la vía de la
lógica clásica, por eso lo del nuevo sofisma, como parte del título. Es en este
escrito en el cual se articulan los tres tiempos lógicos: instante de ver,
tiempo para comprender y momento de
concluir.
Al final del escrito, Lacan aplica el aporte de la
lógica colectiva que ha desarrollado sobre los tres prisioneros a la inadecuación que se siente al afirmar “yo
soy un hombre”. Es una inadecuación que se
produce por la dificultad del yo de identificarse con una “proposición
afirmativa universal”, al “Todos los
hombres …..” . “Hombre” es una clase que
comprende de manera abstracta a un número indefinido de individuos, se trata de
una “generalidad” [3].[4].
Es hipotética con relación a la existencia, puede ser un conjunto vacio, del
tipo “todos los unicornios son azules” De ahí la necesidad de articular el “hay uno
que no” o “no hay uno que no”. En la lógica proposicional se trataría de dos
tipos de cuantificadores el universal y el existencial. Se trata de la lógica
aplicada a las formulas de la sexuación. Otra manera de decir lo mismo
sería, si no se puede definir la
cualidad de la clase es necesaria la excepción. Se dice sobre la excepción a la
regla que confirma la regla, no es esa la idea, no pasa por ahí. La excepción,
en su cualidad de excepción hace presente que existe una regla, no la confirma,
solo anoticia de su existencia. Además quien denuncia la excepción se asume como aquel que esta concernido por la
regla y aporta la prueba de la existencia que
falta a la proposición universal.
Lacan escande con los
tres tiempos “lógicos” los pasos que se
dan para llegar a esta afirmación “ yo soy un hombre”..[5]
Para la identificación hace falta tiempo y la topología que nos indica como
lo externo se encuentra en lo más intimo del sujeto.
1.
Un hombre sabe lo que no es un hombre.
2.
Los hombres se reconocen entre ellos por
ser hombres.
3.
Yo afirmo ser un hombre, por temor de
que los hombres me convenzan de no ser un hombre.
En el primer punto “hay uno que no” revela que la asimilación humana es
asimiladora de una barbarie, que parte de un rechazo primordial racista,
afirmando saber lo que no es un hombre.
La identificación final asumida por el aserto, es
una identificación imaginaria, yoica, el juicio asertivo se manifiesta por una
acción. Eric Laurent comenta la forma del “aserto subjetivo
anticipado”, dice que le da un valor más verdadero a la afirmación. “Me afirmo”
es una identificación conclusiva, una identificación como afirmación, en su
relación con lo colectivo, con el Otro. Es una afirmación que puede tener el
valor de un acto. Pero puede también suceder
que la urgencia dada por la
variable temporal que empuja a concluir, ante el temor de que el retraso
engendre el error, introduce prematuramente la acción. Por el temor de quedar
afuera de la identificación, el sujeto puede precipitarse en un pasaje al acto,
con el acortamiento del tiempo para comprender.
Esta lógica hecha luz sobre múltiples situaciones. Desde el rechazo y la crítica social más
trivial, hasta la exclusión, el racismo y actos de crueldad habilitados al
suponer en el otro la indignidad humana.
Lo necesidad de ataque y discriminación se genera por la propia
necesidad de identificación y
pertenencia.
Graciela
Ruiz
Abril 2020
[1] Laurent
E. Posiciones femeninas del ser. Pág 68. Ed Tres Haches.
[2] Lacan
Jacques. El Seminario. Libro 17 El reverso del psicoanálisis. Pág. 121
[3] Lacan.
Diferencia entre colectividad y generalidad.
[4] Laccan
J. Seminario de la Identificación.
[5]
Lacan Jacques. Escrito 1. El tiempo lógico y el aserto de certidumbre
anticipada… Pág 202.Comentado por Eric Laurent, en “Las
paradojas de la identificación” y en “El
Otro que no existe y sus comités de ética” donde comenta la novela de
Musil. “Las tribulaciones del estudiante Törless”