jueves, 16 de julio de 2009

La etica del psicoanálisis II

Las paradojas del goce, entre prohibición y trasgresión.
J. Lacan en El Seminario 7 “La Etica”, en un apartado que denomina “Las paradojas del Goce”, nos aporta importantes consideraciones sobre la prohibición y la trasgresión, nociones afines a la problemática de la violencia.
Lacan sigue la referencia freudiana sobre el mito de Tótem y Tabú y su relación con las religiones monoteístas y resalta el hecho de que es la muerte, el asesinato del padre, del gran hombre lo que está en el origen de la ley y de las religiones.
Refiriéndose al asesinato del padre.
…..Tras lo cual se instaura un consentimiento inaugural que es un tiempo esencial en la institución de esa ley…….Freud la identifica con la ambivalencia….es decir el retorno del amor una vez realizado el acto.”
“….la muerte del padre no solo no abre la vía hacia el goce, sino que refuerza su interdicción”
[1]
La muerte de Dios engendra la vigencia del verbo y de la verdad que de este se deduce. Lacan acentúa la importancia del amor al padre y de su papel en la normalización del deseo. Esta importancia no deja de ser una desmistificación del padre en tanto está del lado del Dios que no existe.[2]
A este acto del asesinato del padre y sus consecuencias, Lacan lo llama, falla interdictiva.
Una de las paradojas se encuentra en los efectos en torno a esta interdicción, si la prohibición se franquea, o sea se produce un ejercicio del goce, se inscribe una deuda en el libro de la ley. Si por el contrario la falla es tomada en el otro sentido, podríamos decir, de obediencia a la interdicción, el goce gira hacia la interdicción y produce su reforzamiento creciente.
“Cualquiera que se dedique a someterse a la ley moral ve siempre reforzarse las exigencias siempre más minuciosas, más crueles, de su superyó.”[3]
Esta paradoja nos hace suponer algo único en la raíz de la interdicción y la trasgresión.
Si una trasgresión es necesaria para acceder al ejercicio del goce, esto nos muestra para que sirve la ley. El goce solo se logra apoyándose sobre las formas de la ley.
El goce al mismo tiempo se amortigua por la interdicción, esta sirve para salir de una satisfacción corta y estancada, para salir de los caminos trillados que dejarían al hombre girando en redondo, dominado solo por el goce autoerótico. Lacan concluye así el estrecho nudo entre deseo y ley. [4]
Nos parece importante confrontar las diferencias y coincidencias entre la ley moral y el principio del placer como dos posibilidades de mantener al sujeto alejado de ese ejercicio del goce que señalamos, con Lacan, como el mal. Debemos considerar, por un lado, el alcance y el límite de la prohibición como modalidad de distanciamiento del sujeto del mal, incluyendo la paradoja antes citada y, por otro, el principio del placer como esa composición significante singular del sujeto que se produce a nivel inconsciente y que no se regula por premisas universales. Y que también tiene el efecto de alejar al sujeto del goce del más allá.
……..Guardemos las leyes con las que sólo podemos encontrar el camino de la Cosa, que son las leyes de la palabra con las que se cierne.[5]

[1] Ibidem, p. 214.
[2] Ibídem., p.220
[3] Ibídem, p.214
[4] Ibídem, p.215.
[5] Lacan Jacques “¿Es el psicoanálisis constituyente de una ética a la medida de nuestro tiempo?” Conferencia de Bruselas, 10 de Marzo de 1960, en Uno por Uno. Revista Mundial de Psicoanálisis, Nº 39
1994, Edición Argentina, p. 16.

No hay comentarios: