La siguiente viñeta clínica
fue trabajada en el marco de las actividades que tuvieron lugar el pasado mes
de mayo en el IOM2-CID-Jujuy.
El caso fue presentado
por Sergio Higa, miembro y docente del CID Jujuy y los comentarios estuvieron a
cargo de Graciela Ruiz como docente del IOM, miembro de la EOL y de la AMP. Luego
de los comentarios se dio lugar a un debate con la participación de los asistentes
al curso que organiza este año el Cid Jujuy titulado "¿Cómo se forman las
parejas?".
Se trata de un hombre que
mató a su pareja y estando en prisión consulta por no saber cómo decirle
a sus hijos pequeños lo sucedido.
La conversación clínica
sobre este caso de “femicidio”, apuntó a despejar las coordenadas del pasaje al
acto, o sea ese real que aparece en los
bordes del discurso a causa del discurso mismo.
Presentación
de Sergio Higa:
A.
asiste al Consultorio Externo de psicología y a un Grupo para hombres con problemas de violencia,
de un hospital público. Es reconocido por sus pares debido a su talante siempre
rígido, y a que cuando saluda ejerce una fuerte presión al dar la mano. Tiene
la apariencia estética de un hombre de los años 80: esconde su rostro detrás
de unos grandes anteojos con un viejo marco de metal, viste ropa impecable, no
dejando ningún detalle al azar. Siguiendo la misma línea de su cuerpo, tiene
una visión hipercrítica de todo, anteponiendo siempre el deber y la moral.
El
motivo por el cual solicitó hacer psicoterapia es porque no sabe cómo decirles
a sus hijos la causa de su estadía en prisión, ellos saben que él está preso
porque hizo algo malo pero no saben qué, saben que la madre de ellos está
muerta pero no saben cómo murió. Actualmente tienen 9 y 11 años, viven con una
hermana de A., quien utiliza el dinero de los alquileres de propiedades de A. para
criarlos. Sólo mantienen comunicación telefónica y, respecto de su encierro, se
limita a decirles que está preso porque hizo algo malo y que pronto volverán a
estar juntos.
Es
el menor de seis hermanos y como tal “siempre ligaba los
trapos rotos pero para navidad nos compraban algo nuevo a todos”.
Dice que de chico recibió una educación muy estricta por parte de su padre
quien lo golpeaba a menudo, no dejándole pasar ningún error. Estuvo internado
como pupilo en un colegio católico desde los ocho hasta los quince años. Se
encoleriza cuando dice haber visto varias veces a los curas abusar sexualmente
de sus compañeros “yo sé la porquería que es la Iglesia
Católica, por eso me hice Testigo de Jehová… entre el internado y la cárcel
llevo diez y siete años en cautiverio”.
La
mayoría de las veces, sus dichos se tiñen de una moral llevada al fundamentalismo,
testimoniando acerca de los momentos en que hizo existir la justicia, como
aquella vez que, volviendo del campo con su familia, se detuvieron a recolectar
frutos de un árbol dentro de una finca, hasta que fueron sorprendidos y
atacados a pedradas por el sereno del campo, entonces A. organizó a sus
familiares para capturarlo, golpeándolo hasta el punto de dejarlo inconsciente,
dice que a pesar que tuvieron que dividirse para escapar de la escena sin dejar
rastros “ese infeliz no se escapó”. Es que si
el Otro de la transgresión se le escapa, experimenta un tormento constante que
no cesa. Una vez, unos desconocidos entraron
a robar a la casa de su madre y la golpearon fuertemente, dándose luego a la
fuga, desde entonces llevaba consigo un arma con la esperanza de encontrar a
los delincuentes.
Comenzó
a trabajar de muy joven como ayudante de un hombre mayor en el comercio de
comestibles, y valiéndose de una estricta disciplina, consistente en
mentalizarse todo el tiempo en sus objetivos a corto, mediano y largo plazo,
logró independizarse en pocos años y se abrió camino en el mismo rubro.
Cuando
su situación económica mejoró decidió contratar una empleada doméstica,
eligiendo a una joven de diez y ocho
años que trabajaba limpiando el negocio de un amigo. Ella era veinte años menor
y al poco tiempo de comenzar a limpiar su casa iniciaron una relación amorosa.
Entonces la llevó a la casa de su madre para que aprenda a cocinarle las mismas
recetas y a realizar los quehaceres del hogar igual que ella: limpiar,
planchar, acomodar la ropa, etc. Luego la inscribió en el monotributo y sin
preguntarle, la puso a trabajar “para que avance
económicamente, era buena pero muy quedada no tenía ambiciones, yo tenía que
andar detrás de ella para que haga las cosas, sino no hacía nada… con ella tuve
que ser muy estricto”. Hasta allí había logrado una continuidad sin
falta entre su madre y su mujer ya que le hacía aprender todo tal cual los
modos de cocinar, planchar y limpiar de su madre.
Paralelamente
dice que nunca pensó que la mujer estuviera disconforme con la vida que
llevaban ya que nunca le cuestionaba nada, ni siquiera cuando le dijo que
quería tener dos hijos “una mujer y un varón para que
siga el apellido”. Cuando se lo indaga acerca de ¿qué opinaba ella?
de trabajar, tener esos hijos, aprender a hacer los quehaceres tal como su
madre, etc. responde “cuando yo le decía que tenía que
hacer las cosas nunca me dijo nada”.
Su
vida por ese entonces le parecía
perfecta, salvo por el trago amargo del robo a su madre que le dejó un tormento
psíquico que no cesaba, las cosas le venían saliendo tal como las planeaba. Fue
por esos días que su esposa le comunicó una noticia que cambiaría el curso de
su vida.
Aproximadamente
un mes después del robo a su madre, su mujer, por primera y única vez, le dijo
que necesitaba decirle algo, le pidió que se siente y le confesó que no era
feliz con él, que su vida era una tortura, que había conocido a otro hombre y
que había decidido irse con él. Le dejaría a los chicos y no le haría ningún
problema por la parte económica. La presentificación de su mujer como distinta
de su madre, del momento en que le mostró su deseo, tuvo una respuesta
instantánea, sin intermediación del pensamiento: la mató disparándole con la
pistola que llevaba siempre consigo para capturar a los ladrones que habían
asaltado a su madre.
En
la cárcel ha logrado acceder al periodo de confianza de manera muy anticipada
si se lo compara con el resto de los internos. Es que a pesar de haber
asesinado de un tiro en la cabeza a su esposa y madre de sus dos hijos de tres
y cinco años, al momento del hecho, ha logrado ganarse la confianza de todo el
personal como así también el respeto de sus compañeros de pabellón. No quiere
volver a hacer pareja cuando salga. No registra la posibilidad de que su mujer
no haya aceptado su plan de vida, considera que si bien hizo mal en matarla y
mucho más en dejar sin madre a sus hijos, la responsable fue ella por haber
querido abandonar a sus hijos, por querer dejarlo sólo con todo ese proyecto de
vida, por no haber mostrado su desacuerdo cuando él le iba diciendo el paso a
paso del plan de vida que tenía proyectado.
Antes
de irse en la última entrevista me pide un papel y escribe “también los perros tienen testículos, pero eso no los hace a
unos más machos que otros, no te vanaglories de tus conquistas, todo eso es
vanidad. Serás el hombre que debas ser el día que tengas un corazón limpio,
sólo entonces agradecerás a Jehová”, al respecto dice “es que hay hombres que siembran hijos por todos lados y las
dejan a las mujeres sufriendo… yo me considero un edificio en construcción que
vino un temblor y se derrumbó, pero ahora estoy construyendo con firmeza desde abajo”.
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