De la triada que nos ocupa en este Encuentro Americano, la indignación fue la última en interesar a los psicoanalistas, a pesar de que ella se define en referencia a la dignidad, que desde siempre ha sido objeto del interés analítico.
Lacan entiende la indignación como respuesta ante una afrenta a la dignidad, tal como lo indica al comentar el choque, sufrido por Hamlet , entre la iniquidad del goce materno y el ideal encarnado por el padre asesinado.
Pensemos las pasiones del ser como pasiones del lazo con el Otro: amar al Otro, odiar al Otro,ignorar al Otro. De las tres, la ignorancia es la más próxima a la indignación, ya que ignorar al Otro puede ser el ataque más radical a su ser y debido a ello, indigna. Por otro lado alguien indignado no necesariamente es violento, u odia,o monta en cólera, de modo que la indignación tiene una especificidad que merece ser interrogada.
Lacan destaca que la raíz de agalma se vincula con el verbo agaíomai , que significa estar indignado, y lo hace en un momento en que la agalma caracteriza a la singularidad; más aún, observa que la singularidad es la relación erótica privilegiada con un objeto que salva nuestra dignidad al hacer de nosotros una cosa única, incomparable y tempranamente hace mención de intervenciones capaces de restablecer el sentimiento de la propia dignidad. En consecuencia la indignación ha de estudiarse en su doble relación con la dignidad y con su reverso, la indignidad.
En efecto, sabemos que la pérdida de la dignidad suele ser, desde siempre, motivo de análisis, y de hecho la indignidad puede caracterizar la posición inicial del sujeto en sus lazos sintomáticos. En nuestra práctica, podemos encontrar individuos que llegan al análisis a partir de la ruptura provocada en sus vidas por ciertas posiciones indignas desencadenadas por la violencia de la segregación u otras causas.
Hemos dicho que la indignación es el afecto que nos embarga cuando nuestra singularidad es cuestionada, desconocida o rechazada, por lo tanto hay que interrogar la relación entre la dignidad y esa singularidad que Freud llamó der Kern unseres Wesens, el núcleo de nuestro ser.
Correlativamente, el carácter digno o indigno de la posición del sujeto en las relaciones amorosas se torna un indicador del progreso de su análisis, un indice ético-clínico del punto al cual llegó en él. Si el sujeto soporta su singularidad con dignidad y ya no precisa sacrificarla en el altar de sus lazos amorosos, puede decirse que su análisis valió la pena. Interrogar la indignación, cuando esta denuncia una afrenta a la dignidad, es entonces un modo de interrogar el análisis mismo.
Para concluir, la trama formada por estos tres significantes debe ser explorada en sus relaciones, así como en sus puntos firmes. Se plantea una cuestión ética que va desde la caracterización de la dimensión del odio, pasando por la irrupción del real del goce que caracteriza a la cólera, hasta lo que aquí llamaríamos la conquista, por parte del sujeto, de la dignidad de su síntoma.
Argumento presentado por la Comisión Científica del IX Enapol, formada por:
Luiz Fernando Carrijo da Cunha (EBP) Coordinador
Gerardo Arenas (EOL)
Gustavo A. Zapata Machín (NEL)
Referencias bibliográficas:
Lacan J. El Seminario Libro 8, La transferencia , Buenos Aires : Paidós 2003 pp:167 y199
Lacan J. "La psiquiatría inglesa y la guerra" Otros escritos. p. 122
Arenas G. En búsqueda de lo singular. Buenos Aires: Grama 2010. p.140
Arenas G. La flecha de Eros. Buenos Aires: Grama 2012 p.150
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