sábado, 19 de marzo de 2016


(segunda parte)

La violencia en los estilos de enlaces
Referirnos a los estilos de enlaces  implica partir del real del psicoanálisis: “no hay relación sexual”. La ausencia de esta relación condiciona los estilos. [1] Se trata del síntoma que se inscribe en el ser hablante como suplente de lo que falta.[2]
Las parejas del sujeto se constituyen sobre el fondo de esta inscripción imposible y son la pareja de la demanda, la del amor y la del deseo. Se articulan en el campo del Otro, en tanto estructura del lenguaje,  como lugar de la falta, o por el contrario lugar del valor fálico. Estas parejas no son ni excluyentes, ni superadoras, conforman  recursos teóricos,  que según el caso singular se manifiestan en una mayor o menor evidencia o en una ausencia reveladora.
El partenaire síntoma
La nueva axiomática,[3]  establece  como punto de partida el goce y se trata de saber cómo ese goce encuentra al Otro. El sujeto está  solo con su propio goce bajo la forma del síntoma que ya no es mensaje.   
En el Seminario XX,  ya no se trata del partenaire falicizado sino de la inscripción del sujeto en la función fálica como reguladora de goce, en sus dos vertientes posibles. En este nivel, la función fálica no califica al partenaire sino al sujeto mismo, el partenaire aparece con un estatuto disminuido, degradado, que es el de ser medio de goce. [4]
El goce del síntoma procede de la pulsión pero no es estrictamente la pulsión.
Se hace necesario articular la conjunción entre ese goce del Uno y el Otro. El síntoma lleva implícito su Otro, lo construye.
El partenaire goce encuentra su fundamento en el mismo movimiento circular de la pulsión. En el texto freudiano [5] los pasos que incluyen al otro se encuentran en las torsiones de la pulsión, como transformación en lo contrario  y vuelta hacia la propia persona. El otro es quien  mira  o pega al sujeto.
 Lacan agrega: “… después de haber girado en torno a algo que llamo el objeto “a”.  Yo asevero que así es como el sujeto llega a alcanzar la dimensión propiamente dicha del Otro con mayúscula…”[6]
Para Lacan, la actividad de la pulsión se concentra en ese hacerse: hacerse ver, hacerse pegar.  Miller [7] señala que la inversión freudiana se produce en la relación especular, en la simetría del espejo, mientras que el Otro que se alcanza, según Lacan, no es el doble del yo. En este punto se funda el lazo, no a nivel del espejo sino en el nivel de la pulsión.
Cuando el síntoma de uno se empareja con el síntoma del otro, la pareja permanece adherida a la felicidad de la pulsión de cada uno. La pulsión empuja hacia el campo del Otro, donde encuentra los semblantes necesarios para mantener su autoerotismo.
La disimetría de los goces en los lazos sintomáticos
Hay dos formas de lazos sintomáticos según se parta de las fórmulas de la sexuación del lado masculino o femenino.
Del lado masculino el goce fálico, del lado femenino se agrega un goce suplementario que, al no cerrarse en el conjunto del para todo fálico, conecta con una dimensión infinita, constituyendo  lo imparable de lo femenino.  Las dos formas degradan el partenaire al objeto “a” plus de gozar, pero la forma femenina puede vivir el amor de una manera loca, una entrega infinita.
No es porque son masoquistas, sino porque al no existir el limite, esa barrera de la amenaza de castración, pueden ser mucho más decididas para poner de sí mismas, para poner de su cuerpo y alcanzar el punto en que se aseguran el goce del Otro, en que se aseguran que el “tú me pegas” les vuelve en forma invertida”[8]
 El hombre es para la mujer un estrago. [9] Avenirse a ser objeto de maltrato en nombre del amor es una modalidad de estrago para la mujer. El estrago es exactamente la otra cara del amor....es la faz de goce del amor [10], es el síntoma.
Una mujer es un  sinthome para todo hombre. [11] En los casos de forclusión, la mujer como sinthome puede suplir el desanudamiento del nudo. Por lo tanto, puede suceder  que  la separación de la mujer desencadene una psicosis, con posibles pasajes al acto  que muchas veces se completa con el suicidio melancólico. 
Políticas del psicoanálisis frente a las políticas de género
Ya nos referimos a las políticas del género, ahora abordaremos las políticas del psicoanálisis que, fundadas en las enseñanzas de Lacan, se le contraponen.
La AMP ha sentado una posición al presentarse en 2013 y 2015 ante la ONU como una ONG con estatuto de consultante especial[12].
Género y sexuación
Es habitual oponerle al género los criterios que se deducen de la sexuación. En especial para explicar la violencia hacia las mujeres por el rechazo que produce quien encarne el misterio de la feminidad expresado en el Otro goce.
Si muchas mujeres parecen consentir a ser golpeadas es por su propio rechazo a ese goce enigmático que es el de ellas.
Quienes se apoyan en los Estudios de género suelen definir la violencia de género como la ejercida contra la mujer, por el sólo hecho de ser mujer. Ese es el espíritu del término femicidio.
Nosotros, podemos abordarla como la violencia ejercida hacia quien encarne el goce específicamente femenino, sea hombre o mujer en el sentido biológico.
Una mujer al dirigirse al goce fálico, del lado hombre, también puede ser víctima de violencia al caer en una lucha por ese dominio con su partenaire, o al ocupar el lugar de objeto, en ese caso objeto de rechazo.
Género e identidad sinthomal
Como plantea Miller[13] los Estudios de Género sustituyen identidad por identificación.
En la identificación hay fabricación, artificio, semblante, algo que se construye. En efecto según Butler “los términos femenino o masculino para designar el género, están siempre en un proceso posible de ser rehechos”[14].
Lacan mismo conmueve la cuestión de “la identidad sexual al formular que La mujer no existe”[15],  es decir que no existe esa identidad sexuada. Mientras tanto los Estudios de género sólo extienden esta premisa a todo el dominio de la sexualidad.
Sin embargo en el ultimísimo  Lacan ¡hay una identidad! : laidentidad sinthomal”
Miller dice que Lacan “sugiere que el psicoanálisis se podría definir como el acceso a la identidad sinthomal, es decir… acceder a la consistencia  absolutamente singular del sinthome”.[16]
Debemos vincular esta consistencia singular del sinthome, esta identidad, con esa otra “que es la única consistencia del parlêtre”[17] , la del Un-cuerpo, del que se obtiene el principio de identidad cuando “da una idea de sí mismo”[18] en tanto “mantiene unido al parlêtre”[19]
El Un-cuerpo como única consistencia es lo opuesto de la función $, que es una función variable del significante, que los Estudios de género tomaron como referencia al partir del de-constructivismo y al liberar una suerte de constructivismo generalizado, dando acceso a un sin límite de identificaciones, como así también a diferentes significantes para intentar nombrar otros diversos modos de goce.
Entonces “no hay identidad sexuada”, idea que en parte compartimos con los Estudios de Género pero “hay identidad sinthomal”, lo que nos diferencia de esos Estudios.
Cuando los Estudios de Género abordan la “Identidad de género” se refieren a identidades que nombran, por eso se reducen a identificaciones, mientras que la “identidad sinthomal” no es enunciativa ni se refiere a un saber dominado por lo simbólico, pues apunta al “saber hacer” con el sinthome.



Responsables: Carlos D. García, Ernesto Derezensky, Marcelo Marotta (relator), Graciela Ruiz. Colaboradores: María E. Banzato, Zulema Buendía, Viviana Capisciolto, Ana Cascardo, Rosmary Galvagna, Patricia Gorocito, Marcela Gutman, Norberto Inda, María F. Mina, Cecilia Salvetti, Patricia Sawicke, Daniela Szostak, Gabriela Triveño.





[1]  Lacan J. Seminario 19, p.19
[2]  Lacan J. Seminario 18 p.155
[3]  Miller. Los signos del goce,p 331
[4]  Miller. El Otro que no existe y sus comités de ética.p.416
[5]  Freud S. Las pulsiones y sus destinos
[6]  Lacan J. Seminario 11, p.201
[7]  Miller. op.cit, p 384
[8] Laurent, Posiciones femeninas del ser, p.70
[9]  Lacan J. Seminario 23. p.99
[10]  Miller J.-A. El partenaire síntoma. p.276
[11]  Lacan J. Seminario 23. p.99
[12]   Blog del VEL: ver artículos y reportaje
[13]   Miller, Piezas Sueltas, p. 410.
[14]   Judith Butler, Deshacer el género.
[15]   Miller, Piezas Sueltas, p. 414.
[16]  Miller, El ultimísimo Lacan, p. 140.
[17]   Idem, Piezas sueltas, p. 417
[18]   Idem nota 6, p. 108
[19]   Idem nota 7, p. 417

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