(segunda parte)
La violencia en los estilos de enlaces
Referirnos a los estilos de enlaces
implica partir del real del psicoanálisis: “no hay
relación sexual”. La ausencia de esta relación condiciona los
estilos. [1] Se trata del síntoma que se inscribe en el ser hablante como suplente
de lo que falta.[2]
Las parejas del sujeto se constituyen sobre el fondo de esta inscripción
imposible y son la pareja de la demanda, la del amor y la del deseo. Se
articulan en el campo del Otro, en tanto estructura del lenguaje, como lugar de la falta, o por el contrario
lugar del valor fálico. Estas parejas no son ni excluyentes, ni superadoras,
conforman recursos teóricos, que según el caso singular se manifiestan en
una mayor o menor evidencia o en una ausencia reveladora.
El partenaire síntoma
La nueva axiomática,[3] establece como punto de partida el goce y se trata de
saber cómo ese goce encuentra al Otro. El sujeto está solo con su propio goce bajo la forma del
síntoma que ya no es mensaje.
En el Seminario XX, ya no se
trata del partenaire falicizado sino de la inscripción del sujeto en la función
fálica como reguladora de goce, en sus dos vertientes posibles. En este nivel,
la función fálica no califica al partenaire sino al sujeto mismo, el partenaire
aparece con un estatuto disminuido, degradado, que es el de ser medio de goce. [4]
El goce del síntoma procede de la pulsión pero no es estrictamente la
pulsión.
Se hace necesario articular la conjunción entre ese goce del Uno y el
Otro. El síntoma lleva implícito su Otro, lo construye.
El partenaire goce encuentra su fundamento en el mismo movimiento
circular de la pulsión. En el texto freudiano [5] los pasos que incluyen al otro se encuentran en las torsiones de la
pulsión, como transformación en lo contrario
y vuelta hacia la propia persona. El otro es quien mira o
pega al sujeto.
Lacan agrega: “… después de haber girado en torno a algo que llamo el objeto “a”. Yo asevero que así es como el sujeto llega a
alcanzar la dimensión propiamente dicha del Otro con mayúscula…”[6]
Para Lacan, la actividad de la pulsión se concentra en ese hacerse:
hacerse ver, hacerse pegar. Miller [7] señala que la inversión freudiana se produce en la relación especular,
en la simetría del espejo, mientras que el Otro que se alcanza, según Lacan, no
es el doble del yo. En este punto se funda el lazo, no a nivel del espejo sino
en el nivel de la pulsión.
Cuando el síntoma de uno se empareja con el síntoma del otro, la pareja
permanece adherida a la felicidad de la pulsión de cada uno. La pulsión empuja
hacia el campo del Otro, donde encuentra los semblantes necesarios para
mantener su autoerotismo.
La disimetría de los goces en los lazos sintomáticos
Hay dos formas de lazos sintomáticos según se parta de las fórmulas de
la sexuación del lado masculino o femenino.
Del lado masculino el goce fálico, del lado femenino se agrega un goce
suplementario que, al no cerrarse en el conjunto del para todo fálico, conecta
con una dimensión infinita, constituyendo
lo imparable de lo femenino. Las
dos formas degradan el partenaire al objeto “a” plus de gozar, pero la forma
femenina puede vivir el amor de una manera loca, una entrega infinita.
“No es porque son masoquistas, sino porque al no existir el
limite, esa barrera de la amenaza de castración, pueden ser mucho más decididas
para poner de sí mismas, para poner de su cuerpo y alcanzar el punto en que se
aseguran el goce del Otro, en que se aseguran que el “tú me pegas” les vuelve
en forma invertida”[8]
El hombre es para la mujer un
estrago. [9] Avenirse a ser objeto de maltrato en nombre del amor es una modalidad
de estrago para la mujer. El estrago es exactamente la otra cara del amor....es
la faz de goce del amor [10], es el síntoma.
Una mujer es un sinthome para
todo hombre. [11] En los casos de forclusión, la mujer como sinthome puede suplir el
desanudamiento del nudo. Por lo tanto, puede suceder que la
separación de la mujer desencadene una psicosis, con posibles pasajes al acto que muchas veces se completa con el suicidio
melancólico.
Políticas del psicoanálisis
frente a las políticas de género
Ya nos referimos a las políticas
del género, ahora abordaremos las políticas del psicoanálisis que, fundadas en
las enseñanzas de Lacan, se le contraponen.
La AMP ha sentado una posición al
presentarse en 2013 y 2015 ante la ONU como una ONG con estatuto de consultante
especial[12].
Género y sexuación
Es habitual oponerle al género los
criterios que se deducen de la sexuación. En especial para explicar la
violencia hacia las mujeres por el rechazo que produce quien encarne el
misterio de la feminidad expresado en el Otro goce.
Si muchas mujeres parecen
consentir a ser golpeadas es por su propio rechazo a ese goce enigmático que es
el de ellas.
Quienes se apoyan en los Estudios
de género suelen definir la violencia de género como la ejercida contra la
mujer, por el sólo hecho de ser mujer. Ese es el espíritu del término
femicidio.
Nosotros, podemos abordarla como
la violencia ejercida hacia quien encarne el goce específicamente femenino, sea
hombre o mujer en el sentido biológico.
Una mujer al dirigirse al goce
fálico, del lado hombre, también puede ser víctima de violencia al caer en una
lucha por ese dominio con su partenaire, o al ocupar el lugar de objeto, en ese
caso objeto de rechazo.
Género e identidad
sinthomal
En la identificación hay
fabricación, artificio, semblante, algo que se construye. En efecto según
Butler “los términos femenino o masculino para designar el género, están siempre
en un proceso posible de ser rehechos”[14].
Lacan mismo conmueve la cuestión
de “la identidad sexual al formular que La mujer no existe”[15], es decir que no existe esa identidad sexuada.
Mientras tanto los Estudios de género sólo extienden esta premisa a todo el
dominio de la sexualidad.
Sin embargo en el ultimísimo Lacan ¡hay una identidad! : la“identidad sinthomal”
Miller dice que Lacan “sugiere que
el psicoanálisis se podría definir como el acceso a la identidad sinthomal, es
decir… acceder a la consistencia
absolutamente singular del sinthome”.[16]
Debemos vincular esta consistencia
singular del sinthome, esta identidad, con esa otra “que es la única
consistencia del parlêtre”[17] , la del Un-cuerpo, del
que se obtiene el principio de identidad cuando “da una idea de sí mismo”[18] en tanto “mantiene unido
al parlêtre”[19]
El Un-cuerpo como única
consistencia es lo opuesto de la función $, que es una función variable del
significante, que los Estudios de género tomaron como referencia al partir del
de-constructivismo y al liberar una suerte de constructivismo generalizado,
dando acceso a un sin límite de identificaciones, como así también a diferentes
significantes para intentar nombrar otros diversos modos de goce.
Entonces “no hay identidad
sexuada”, idea que en parte compartimos con los Estudios de Género pero “hay
identidad sinthomal”, lo que nos diferencia de esos Estudios.
Cuando los Estudios de Género
abordan la “Identidad de género” se refieren a identidades que nombran, por eso
se reducen a identificaciones, mientras que la “identidad sinthomal” no es
enunciativa ni se refiere a un saber dominado por lo simbólico, pues apunta al
“saber hacer” con el sinthome.
Responsables: Carlos D. García, Ernesto Derezensky, Marcelo Marotta (relator), Graciela Ruiz. Colaboradores: María E. Banzato, Zulema Buendía, Viviana Capisciolto, Ana Cascardo, Rosmary Galvagna, Patricia Gorocito, Marcela Gutman, Norberto Inda, María F. Mina, Cecilia Salvetti, Patricia Sawicke, Daniela Szostak, Gabriela Triveño.
[1] Lacan J. Seminario 19, p.19
[2] Lacan J. Seminario 18 p.155
[3] Miller. Los signos del goce,p 331
[4] Miller. El Otro que no existe y sus comités de
ética.p.416
[5] Freud S. Las pulsiones y sus destinos
[6] Lacan J. Seminario 11, p.201
[7] Miller. op.cit, p 384
[8] Laurent, Posiciones femeninas del ser, p.70
[12]
Blog del VEL: ver artículos y reportaje
[13] Miller, Piezas Sueltas, p.
410.
[14] Judith Butler, Deshacer el
género.
[15] Miller, Piezas Sueltas, p.
414.
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