“Una
respuesta: Transformer”.
María Fernanda
Mina
El
trabajo que voy a presentar se orienta por una respuesta e invención singular.
La
paciente, a quien llamaré Mónica, llega a consultar al equipo de Violencia del
Hospital Álvarez, luego de la aparición de alguna sintomatología en el cuerpo.
Refiere “calores”, y unas secreciones que comienzan a salir de sus mamas.
Manifiesta a los profesionales que la atienden en otro hospital de CABA (ginecólogos
y endocrinólogos) que no puede hacerse los estudios ginecológicos que le
indican. M. es derivada a este equipo luego de un relato que contempla una
sucesión de abusos ocurridos durante su infancia y una historia de violencia en
su familia.
Realización de lo imaginario:
los “abusos”.
Desde
las primeras entrevistas, explica que va a la ginecóloga, pero no se atiende. “Mi sexualidad, me siento hombre. Como hombre
me sentía abusado. Como mujer, ya
había sido abusada”. Dice “Los abusos
están metidos, están puestos”… Al
ser interrogada acerca de esto, no puede agregar nada más. A lo largo del trabajo se pondrá de relieve que se trata de un uso
particular que M. hace de lo que llama “abusos”.
Cabría pensar que se trata del Otro hostil en su cuerpo. Allí donde imaginario
y real no se encuentran regulados vía lo simbólico, aparecen los “abusos”.
También
agrega, “Me baño y soy agresiva con mi
cuerpo… con la esponja… que algo salga de vos… No saber qué hacer con mi parte íntima… eso me da dolor…”
Cuenta
un episodio de su adolescencia, que hace pensar que allí se sitúa el
desencadenamiento: Su hermana se casaba, ella se pone un “vestido al cuerpo y tacos…” Dice “Aguanté hasta llegar a la iglesia… salí corriendo… Llegar a mi casa,
arrancar todo… Me sentí travesti… Empecé a querer decirlo…” Y aclara,
además, “la elección es de antes de los
abusos”.
Los
estudios médicos, finalmente concluyen en un diagnóstico de cáncer de tiroides,
por lo que planifican una operación en sus cuerdas vocales.
El trabajo analítico.
Intervengo
nombrando la operación como “extracción”. En la misma línea, se trabaja acerca
de “sacar de encima” los abusos, mediante la palabra. Comienza a armar algunas
diferencias entre el “abrazo”, “lo afectivo o físico”, que dice “sería
tapar cosas” y lo que llama la “contención
emocional”. Señalo, y sostengo esa disyunción de lo *físico y la *“contención emocional” que comenzará a
orientarse del lado de la palabra. “Tengo
las cosas separadas”, dice, y continúa concurriendo a distintos Hospitales
para tratarse (uno en relación a la “contención
emocional”, el otro, a lo físico).
Se
pregunta acerca de qué la “afectó tanto”
y enseguida agrega, “Por las ausencias…
no tener respuesta fue lo que me afectó…” “Querer y no sentir que te quieran…
Buscar respuestas…” Se dispone a “hablar de la sexualidad”. Para esto, se
saca una campera y queda con una remera de rock, a la que le dobla las mangas,
acentuando su apariencia de “rockero”. Explica, “lo quiero es cuidar mi virginidad, lo único sano, lo único que no abusaron de mí…”.
Y manifiesta que “la que no me deja en paz
es esa parte de la mujer”.
Durante
el tratamiento, ocurre una contingencia, olvido el delantal. La paciente retoma
la entrevista siguiente de esta manera, “Como
los superhéroes, sabes que es, pero no tiene el traje… no pude hablar… se que
sos vos pero no sabía si podía hablar… ahí
está mi problema.” Me manda un mensaje de texto, diciendo algo acerca del
delantal, y le contesto firmando “Lic. Fernanda Mina”. Lo lee, según dice, “Me pusiste un límite… me diste una
notificación… Me aseguraste así…”
“Sentí por primera vez en terapia que sí se puede
superar los abusos de chica… Resolver y empezar a sacar mierda…”
“No es una solución estar evitando los
médicos… Esa sensación de manoseo,
salir corriendo, lavarme, la imagen de lo que pasó: el vecino, tu tío, tus
hermanas… no existir de repente, desnudarme toda… salir corriendo y
estampillarme con algo…” Expresa que lo que la angustia es “lo sexual, mi cuerpo”.
Dice
que estuvo pensando lo que le pasa con los médicos. “Cuando hacen algo que yo no quiero, pienso que eso es un abuso… esa es la parte emocional”.
Finalmente
atraviesa la operación de los nódulos tiroideos, y según refiere el diagnóstico
es que son benignos. “Algo tuyo ya no
está…” Comienza a decir “Ahora el
dolor sale, no queda como antes…” Sin embargo, luego de los estudios
pertinentes, los resultados diagnostican que los nódulos son malignos… “¿Cómo pudieron transformarse?....”,
comienza a armar una trama.
Hacia una respuesta.
Llega
muy conmovida al Hospital. Dice que tuvo “una
sensación de suicidio”. “Lo afectivo,
en dos tiempos, el presente y el dolor del pasado…” Y como consecuencia, no
recuerda nada de su vida anterior. Piensa “Me
causa gracia… no está mal no tener memoria… No tengo sentimientos… Como volver
a nacer… Tengo conocimiento de quién es cada uno, pero no siento nada, no lo
afectivo… es como estar no dominado sino dominar… total, el otro no sabe cómo
me siento yo…”
Habla
acerca de la película “TRANSFORMERS”,
una de sus favoritas (según leo, se
trata de la lucha por la paz definitiva, para lo que uno de los robots se
convierte en la última esperanza para su planeta, para lo cual debe tomar una
forma humana). Trae un diálogo del robot protagonista con su padre, del que
entiende que hablan de “pensar en el
valor de vida”.
Hablamos
de los transformers, y sostenida desde ahí, casi diría, sostenida en su
delirio, en el transcurso de las entrevistas, comienza a recordar algunas
cuestiones. Ubica “el abuso”, como lo
último que recuerda del día del intento de suicidio. Dirá, “Como que está revertido”. Pregunta por
qué arrastró tanto dolor, “llegué a la
conclusión de que fue por no haberlo aceptado… Lo que sana el dolor es la
aceptación”.
Comienza
un rearmado imaginario que se traduce en un cuidado personal: mirarse al
espejo, ponerse cremas. Cuenta “surge un
amor propio, mi cuerpo es mío, como enamorada de mi cuerpo… Poner en armonía la razón y el cuerpo”. En
este sentido, recuerdo la cita de Miller que sugiere: “Esta consistencia
imaginaria (…) se basa en una relación del parletre con su cuerpo. (…) La
relación que Lacan perdió en el nivel sexual, (…) reaparace en el nivel
corporal.”[1]
Así,
M. ubica la “coraza”, aquel lado de
mujer, y su “esencia”: “Pienso como hombre… en las relaciones, llevo
la parte del hombre”.
Me
pregunto ¿al relato de Mónica lo podemos pensar como una invención hacia la
estabilización, un modo de tratar al hombre y la mujer que conviven en su
cuerpo?
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