domingo, 28 de julio de 2019

Amor y odio como paradoja del sujeto

El poder del amado                                                                                                              El amor y el odio pueden anudarse por medio de la castración que implica el amor. El amante asume la castración, es el que no tiene, y el amado esta completo. El amado sustenta un poder sobre el amante. Estas posiciones son móviles, el amante aspira a ser amado, es decir a hacer surgir la falta en el otro. Así se anudan el amor y el odio, el odio aparece porque se revela el deseo de castración que implica el hecho de ser amado.  El obsesivo puede responder con odio al amor, porque advierte el deseo de castrarlo. El poder de la amada sobre él le despierta odio. El odio femenino con el hombre es justamente porque no deja surgir la falta en él.[1]  Miller comenta que los hombres que quieren a las mujeres son los que no temen presentarse en falta y son tanto más varoniles cuanto más amantes, asumiendo la castración y no preocuparse de ser amado.  Justamente la posición que se espera del padre, el padre tiene derecho al amor si esta père-versement (perversamente) orientado, es decir hace de una mujer, objeto “a” que causa su deseo[2]. Se trata de la transmisión del agujero de la castración. 



[1] Miller J.-A.(2006), “Introducción a la clínica lacaniana” Conferencias en España. Pág 301,302,303.Barcelona
[2] Lacan J.:”RSI”Seminario 22, inédito. Clase del 21 de Enero de 1975.