martes, 30 de junio de 2009

Vergüenza y culpabilidad

NOTA SOBRE LA VERGÜENZA / Jaques-Alain Miller (fragmento)
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¿Qué sucede con el psicoanálisis cuando no hay más vergüenza, cuando la civilización tiende a disolver, a hacer desaparecer la vergüenza? Lo cual no deja de ser paradójico, pues es tradicional plantear que la civilización va aparejada con la instauración de la vergüenza.

Quizás podemos formular que la vergüenza es un afecto primario de la relación al Otro. Decir que este afecto es primario es sin dudas querer diferenciarlo de la culpabilidad. Si quisiésemos adentrarnos en esta vía, diríamos que la culpabilidad es el efecto sobre el sujeto de un Otro que juzga, por lo tanto un Otro que protege los valores que el sujeto habría transgredido. Diríamos de la misma manera que la vergüenza tiene relación con un otro anterior al Otro que juzga, un Otro primordial, no que juzga sino que solamente ve o da a ver. Es por ello que la desnudez puede ser tomada como vergonzosa y ser recubierta -parcialmente si la vergüenza cae sobre uno u otro órgano- independientemente de todo aquello que sería del orden del delito, del daño, de la transgresión, a lo que daría lugar. Es por otra parte de esta manera inmediata como ella es introducida en una de las grandes mitologías religiosas que condiciona el movimiento, o condicionaba, el movimiento de nuestra civilización. Podríamos plantear también que la culpabilidad está en relación con el deseo mientras que la vergüenza está en relación con el goce que toca lo que Lacan llama, en su Kant con Sade, "lo más íntimo del sujeto". Lo enuncia a propósito del goce sadiano en tanto que atravesaría la voluntad del sujeto para instalarse en lo más íntimo de él, lo que le es más íntimo que su voluntad, para provocarlo más allá de su voluntad y más allá del bien y del mal, alcanzando su pudor - término que es el antónimo de la vergüenza -.

Lacan califica este pudor, de manera sorprendente y al mismo tiempo enigmática, de ser "amboceptivo de las coyunturas del ser". Amboceptivo quiere decir que el pudor está atado, que se toma, tanto del lado del sujeto como del lado del Otro. Él está doblemente enganchado en el sujeto y en el Otro. En cuanto a las coyunturas del ser, es la relación al Otro la que hace la coyuntura esencial del ser del sujeto y que como tal se demuestra en la vergüenza. Lacan lo explicita diciendo que "el impudor de uno basta para constituir la violación del pudor del otro".

En esta relación inaugural, no hay vergüenza solamente de lo que soy o de lo que hago, sino que si el otro atraviesa los límites del pudor, es el mío el que por ese mismo hecho se ve alcanzado. Es una manera de dar vergüenza que no es exactamente la que indica Lacan al final de su seminario. La experiencia de la vergüenza descubre aquí una ambocepción o una pseudo-coincidencia del sujeto y del Otro.
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