martes, 18 de agosto de 2009

Grupo de investigación psicoanálitica sobre violencias de Comodoro Rivadavia



Este grupo trabaja regularmente desde hace dos años en el ámbito de LA CASA, institución municipal que atiende mujeres involucradas en relaciones violentas. Se procura reunir un conjunto de casos representativos de los fenómenos violentos y de los discursos que intervienen. También se trabajan algunos textos provenientes de estos discursos, buscando encontrar lo propio de la acción del psicoanálisis.
Lo integran: Alejandra Valencia, Trabajadora Social; Vanesa Luca, Abogada; Valeria Fernández, Psicóloga; Augusto José Acosta, psicólogo; Alejandra Maglione, psicóloga; Marta Rueda, Psicóloga y Psicoanalista, Coordinadora de la Institución y José Luís Tuñón, Psicoanalista, que coordina el grupo.

lunes, 10 de agosto de 2009

La violencia que surge en el encuentro fallido con el Otro sexo


JoséLuís Tuñón

El mal de la muerte
(segunda parte)

Esta vulnerabilidad es la que le da el poder, porque los resortes de su goce, se le escapan y a la vez, el peligro de semejante entrega la hace aún más misteriosa.
Y la extrañeza de ese cuerpo se expande a todos los ámbitos donde la semejanza reinaba, anulándola, convirtiendo en extraña a la habitación, al semejante, al mismo mar y al firmamento inmenso, todos ellos concebidos al modo de una totalidad a la que se imagina abarcar por el nombre y la mirada.
“Alrededor del cuerpo, la habitación. Sería su propia habitación. Una mujer, ella, la habita. Usted ya no reconoce la habitación. Ha quedado vacía de vida, está sin usted, sin su semejante. La ocupa únicamente el vaciado flexible y largo de la forma ajena de la cama.”
Ningún procedimiento que se base en los signos de ese cuerpo, podrá entregar el secreto del goce que lo habita, ni siquiera el más básico, el que liga el goce a la vida que lo engendra. Sin embargo, luego de numerosos intentos fallidos y sus renuncias, algo queda
“Llora una vez más. Cree saber no sabe qué, no puede con ese saber, cree ser el único hecho a imagen de la desdicha del mundo, a imagen de un destino privilegiado. Cree ser el rey de ese acontecimiento en curso, cree que existe”
Es precisamente a partir de la renuncia a cerrar esa brecha incurable, que puede hacerse algo con ella. Incluso detener el gesto homicida, el arranque de furia, el impulso a franquear la barrera.
Solo desde ahí es posible alcanzar algún saber que remedie las consecuencias de la brecha. Y esto es válido también para cualquier intervención que se haga en este territorio. No debe escapársenos que el saber universitario también busca el secreto del goce, y procura producir un conocimiento que obture esa brecha, y al hacerlo, queda en la misma posición que el hombre de nuestra historia; tan afectado como él del mal de la muerte. Es más, baste leer con atención el cuento para darse cuenta que, lo que Lacan llama la “norma macho” es el intento de obtener un saber eficaz que entregue el secreto del goce. Esto alcanza incluso los afanes de la política, que procura encontrar el goce de dar respuestas, a una población que las exige. El tufillo de anormalidad que surge de estos cuentos emana precisamente de la extensión de la norma macho, que aprecia sobre todo la normalidad, aunque le aburra.
La teoría del aprendizaje, sobre la que basan su intervención muchas de las instituciones dedicadas a la atención del fenómeno violento, se apoya en esta pretensión: el goce del otro es posible de conocer, medir y hasta reaprender. ¿Cuántas cátedras, institutos, congresos jornadas y demás procuran encontrar, desde hace años este saber? Y no debe ser tan complejo, después de todo, los expertos en el goce del Otro, los perversos, no tienen un repertorio tan grande de “conductas” para decirlo en términos caros al saber universitario: o golpean, o se hacen golpear, o miran o se hacen mirar, o gritan o se hacen gritar, o se cagan o se hacen cagar. Un viejo axioma nunca comprobado del todo, dice que el perverso hace lo que el neurótico fantasea, las fantasías perversas son la base del saber neurótico. Y este cuento es también una fantasía neurótica. Y aunque la autora misma deja sentada su inclinación del lado femenino, (o feminista) el cuento es una fantasía masculina perversa, la fantasía por excelencia, la de la disposición absoluta del cuerpo del semejante, la de la entrega total de una mujer, aunque aquí la escena sadiana se invierta, y la angustia aparezca del lado de él. Pero no tan curiosamente, también puede verse como un fantasma femenino, el de un hombre dispuesto a hacer lo dicte su capricho enhiesto, cuantas veces quiera. No es una novedad, desde Freud sabemos que el artista toma esos fantasmas y los inviste de un valor que no tenían.
El final de este comentario desemboca en la sugerencia de buscar el cuento* y leerlo, que el saber que aporta tiene algunas ventajas que solo puede procurar el arte, su oficio le ha ganado la familiaridad con el vacío y repetidamente va hacia él y vuelve con algo, un cuento, una tarjeta, una verdad a medias, una caricia nueva.
*EL HOMBRE SENTADO EN EL PASILLO Y EL MAL DE LA MUERTE. Colección La Sonrisa Vertical. Editorial La Página S.A. Año 2000
(1) Una tesis similar puede encontrarse, más desarrollada, en el capítulo: Cherchez La Femme! del libro El Discurso Del Odio. André Glucksmann. Ed. Taurus.

viernes, 7 de agosto de 2009

La violencia que surge en el encuentro fallido con el Otro sexo


José Luís Tuñón
EL MAL DE LA MUERTE Algunas consideraciones sobre el cuento del mismo nombre de Marguerite Duras
(primera parte)
Lo primero que llama la atención en este cuento, ejemplar en muchos sentidos, es la firmeza con la que el narrador, o narradora, no hay forma de decidirlo, le indica al personaje, sus intenciones y sentimientos, aún aquellas más propias: a veces como un amo y otras como un oráculo. La voz que narra va dictando las condiciones del asunto del que trata el cuento, que es una fantasía; una fantasía fundada en una ignorancia. Ese modo de conducir el relato, deja la acción en un tiempo indefinido, una particular ambigüedad redoblada por el uso de varios tiempos verbales en oraciones contiguas, como el “debiera” del comienzo, que trasporta una queja que surge de la aspiración que inicia el cuento:
“Debiera no conocerla, haberla encontrado en todas partes a la vez, en un hotel, en una calle, en un bar, en un libro, en una película, en usted mismo, en usted, en ti, al capricho de tu sexo enhiesto en la noche que grita por un cobijo, por un lugar en el que desprenderse de los llantos que lo colman”
Se trata de encontrar lo que no se conoce y aún así, se anhela; aquello que promete todas esas cosas a la vez: el capricho del sexo, el grito por el cobijo y el desprendimiento de los llantos, y además, en todas partes.
El cuento se desarrolla cuando esa aspiración toma la forma de un contrato, un contrato pago que busca dar un trámite a semejante demanda.
Pudiera haberla pagado.
Hubiera dicho: Tendría que venir cada noche durante muchos días.
Y ella accedería, después de todo es la fantasía del que paga, aunque hubiera aclarado que en ese caso, es caro. Pero, a continuación formula la pregunta que funda este asunto y la que muestra el interés que tiene el cuento para el psicoanálisis y, más específicamente, para alumbrarnos sobre la relación de los sexos:
“¿Qué es lo que quiere?”
La respuesta vaga y a la vez precisa: “probar, intentar conocer eso, acostumbrarse a eso, a ese cuerpo…” Ese cuerpo extraño, que tanto porta la belleza como el peligro del alumbramiento de niños, ese cuerpo al que, la familiaridad de la convivencia le ha hecho perder de vista su radical ajenidad, lo que la autora llama la “coincidencia entre esa piel y la vida que encubre”
La ambigüedad de este contrato se refuerza cuando, luego de enunciado el propósito, se afirma que se querría probar muchos días, “Quizás hasta toda la vida”
“¿Probar que?”
Usted dice: Amar
Él quiere saber y poder, y ella concede. Si bien el desconocimiento es una de las vías de esta relación, el cuento marca una diferencia entre dos posiciones: la del hombre que quiere penetrar allí donde no conoce, “Y con tanta violencia como tengo por costumbre” Y la de ella que accede aunque no es seguro que sepa, aunque a veces parece guardarse el secreto de este asunto.
El resto de las condiciones de este contrato fantasmático han sido el tema de los distintos feminismos: “callarse como las mujeres de sus antepasados, doblegarse completamente a usted, a su voluntad, serle enteramente sumisa,” y otras más que no viene al caso enumerar, porque no se trata de repetir el cuento, sino aquello que nos muestra las circunstancias del acceso al Otro sexo, acceso rodeado de condiciones que procuran aplacar un miedo: “de no saber donde colocar su cuerpo ni hacia que vacío amar”
Justamente este cuento es ejemplar por el modo en que reproduce el vacío que el amor envuelve, vacío que no se deja recubrir, ni aún con las condiciones desmedidas del contrato, ya que, la disponibilidad de ese cuerpo que encarna el Otro sexo, genera una paradoja: lejos de procurar el dominio anhelado, sume a nuestro personaje en una desazón peor que la del comienzo.
El desconocimiento, la confusión y la ignorancia, tanto de ella como de él, están en el centro de este encuentro. Ella asume papel que se le asigna: se deja estar, aún desconociendo los ruidos que la rodean, la época del año, aún entregada a un sueño silencioso que acentúa el papel pasivo que consiente. Para él en cambio, esas coordenadas de tiempo y espacio son las referencias básicas de su posición, para afirmarse, para huir, para atacar, para decidir.
Se acentúa la ilusión de que el poder que se le otorga a él es mayor: poder de nombrar, por ejemplo, el aroma que emana de ella: heliotropo y cidro. Pero, para ella, nombrar es indiferente, su lugar en ese sistema de nombres es secundario, esta más cerca de aquello que rebasa el poder de nombrar, aquello que queda por afuera e insiste, para él, como signo de su impotencia.
Aquí la voz que narra parece saber lo que él busca, y se trata de un saber sobre el goce. Supone que de tenerlo, le aliviaría de estar solo y conseguir el acceso a ese cuerpo tendido en su cama, cuerpo que contrató y que ha devenido en signo del goce que se le escapa.
“Tampoco se si percibe el sordo y lejano zumbido de su goce en su respiración, en ese suavísimo estertor que va y viene de su boca al aire exterior. No lo creo.
Ella abre los ojos, dice: Cuanta felicidad.
Usted le pone la mano en la boca para que se calle, le dice que no se dicen esas cosas.
Ella cierra los ojos.
Ella dice que ya no lo dirá más.
Ella pregunta si ellos si hablan de eso. Usted dice que no.
Pregunta ella de que hablan. Usted dice que hablan de todo lo demás, que hablan de todo, excepto de eso.
Ríe, vuelve a dormirse.”
El contrato esta lejos de permitir lo que se buscaba, aumenta su desdicha, convertido en el cazador cazado. El cuerpo ajeno al que esperaba acostumbrarse, dominar hasta convertirlo en cotidiano, sigue sin entregarle su secreto. Cuanto más dispuesto, más ajeno. Quisiera alejarse, volver a su cuerpo y al de los demás, pero ya no puede y llora. Pasa al lado de ella noches enteras mirándola dormir, tocándola eventualmente, pero ninguna respuesta es previsible.
Un día sucede algo: ella lo mira y le dice que el mal se apodera de él, que ya se ha apoderado de sus ojos y de su voz. Cuando le pregunta de que mal se trata, le responde que todavía, no sabe decirlo.
El mal no es otro que ese saber con el que procura acceder a la vida nombrándola, clasificándola, sometiéndola a un régimen que le es ajena: el del significante. Un régimen que guarda el saber en palabras, sonidos organizados en unos discursos, cuyo fin es salvar la brecha que separa el encuentro de los sexos. Ese encuentro fallido, al que Lacan se refirió con la frase: no hay relación sexual.
Esa brecha es inconmensurable, y el saber, aunque impotente, procura salvarla. No importa cuantas noches pase él allí con ella; cuantas veces entre en ella, cuanto conozca cada estertor, cada movimiento de su cuerpo, cuanto aceche los signos. Ella… “es mas misteriosa que todas las evidencias exteriores que usted jamás ha conocido hasta ahora”
Ese misterio introduce aquello por lo cual este cuento nos ofrece elementos para entender la violencia que surge en el encuentro fallido con el Otro sexo.
“Usted debe ser muy hermosa.
Ella dice: Estoy aquí, mire, estoy ante usted.
Usted dice: no veo nada.
Ella dice: Procure ver, está incluido en el precio que ha pagado.”
La voz que narra afirma sin dar mayores precisiones por ahora, que ese cuerpo incita al estrangulamiento, a la violación, las vejaciones, los insultos, los gritos de odio, el desencadenamiento de las pasiones cabales, mortales. Tal es la afirmación tajante, no se nos dice porque, solamente se afirma (1). Quizás aquí deberíamos seguir el consejo de Lacan de no hacer de psicólogo donde el artista desbroza el camino y no lo haremos. Sin embargo no queremos desaprovechar lo que el cuento ofrece al esclarecimiento de nuestro tema. Más aún, cuando el riesgo es hacer un estropicio, metiendo el saber del psicólogo que también está hecho para aliviar el desconocimiento que rige el encuentro con el Otro sexo.
Y quizás así podamos acercarnos a lo que el cuento que nos ocupa llama: el mal de la muerte. Ese mal surge de lo ajeno de ese cuerpo al que ninguna palabra podrá nombrar del todo. Ese cuerpo excita la imaginación al parecer que oculta un goce, y se lo imagina como una vacuola, como decíamos, una bolsa de piel que contiene la vida, porque la piel se ofrece a la investigación, a la mirada, la palpación, el experimento, y por otro lado, la convención generalizada de llamar vida al goce encerrado en esas pieles. Lo ajeno de ese cuerpo incita, llama a tocar, observar, mirar como un naturalista atento, buscando los signos de la vida. Pero son eso: signos, huellas, trazos materiales muertos que no tienen la potestad de encontrarse con ella, cualquiera que sea. Lo que si tiene la potestad de evocarla es ese resto que resiste al nombre, ese resto que encarna la mayor vulnerabilidad, la entrega, el desecho, y que, por tal, incita al crimen. Paradoja mayor de este cuento y de los muchos que tratamos diariamente, especialmente los marcados por la violencia.
“Usted escucha el ruido del mar que empieza a subir. Esa extraña esta ahí en la cama, en su lugar, en el charco blanco de las sábanas blancas. Esa blancura vuelve más oscura su forma, más evidente que lo sería una evidencia animal bruscamente abandonada por la vida, que lo sería la de la muerte.
Mira esta forma, descubre a la vez en ella su poder infernal, la abominable fragilidad, la debilidad, la fuerza invencible de la debilidad sin par.”

José Luis Tuñón participa de nuestro Departamento y es Comodoro Rivadavia el lugar de su residencia y de su práctica.

martes, 4 de agosto de 2009

"Defender la Sociedad"

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2- En una nota reciente en Página 12, el Tato Pavlovsky advertía que el crimen de Patagones de un chico armado en una escuela podría suscitar fenómenos de contagio, fenómenos de imitación. Esta hipótesis nos lleva a Gabriel Tarde y, en particular, a “el Suicidio” de Emile Durkheim donde tal hipótesis, según él, refutada. ¿Cómo pensas la problemática de la acumulación en las ciencias sociales?
Hay acumulación pero se da de manera compleja. No digo que sea simple la acumulación que se produce en ciencias duras. Digo que en las ciencias sociales hay una heterogeneidad de corrientes teóricas (aunque intentos de encontrar la unidad en la heterogeneidad hubo desde la década del cincuenta hasta ahora) Lo que hay —mucho peor– es la desconexión, por ejemplo, con la antropología. La efectiva compartimentación de disciplinas en departamentos que suponen agrupaciones y círculos particulares: en ciencias sociales es muy difícil que se haga una recuperación simplista de Gabriel Tarde. Pero No es difícil que un economista la haga o que un psicoanalista la haga. Los lazos corporativos separan y esa acumulación efectiva no se transmite. En la psicología hay tendencias a miradas reduccionistas de lo social. Pensar a esta altura del partido en imitación a la Tarde pone en evidencia esa compartimentación. Durkehemianamente, yo puedo analizar la ruptura del lazo social, es decir, un nihilismo pasivo, nihilismo cultural, nihilismo real.
-Transpotting urbano-bonaerense.
Absolutamente. La situación de la escuela no es de la escuela; se mató un pibe no es que por imitación se va a matar otro: hay situación de ruptura real, fragmentación simbólica; no hay objetivos trascendentes. Objetivo trascendente no es estudiar metafísica.
-Es Jubilarse.
En la familia, por ejemplo. Pensar de aquí a veinte años, es decir, lo que pensaba un tipo en el Estado de Bienestar del 60 o 70. Un pibe que no puede pensar de aquí a mañana, sea en una villa o de clase media: todos están en el marco de esa crisis de “paraguas morales” como decía Durkheim. La crisis de las instituciones es producto en términos internacionales de la destradicionalización: las instituciones anteriores dejan de ser creíbles y el momento posterior no está presente. Traducción libre de Marx. Las instituciones argentinas nunca fueron del todo creíbles (como puede creer un alemán en sus instituciones) pero un tipo de la década del cincuenta creía más en sus instituciones que un tipo de ahora. Cuando un viejo chorro ve robar a los pibes de ahora dice: “Estos muchachos no tienen acción racional con arreglo a fines”, es decir: ¿Cómo van a hacer eso? “Yo para asaltar un banco tardo tres meses: tengo que buscar al campana, un plano, un análisis de inteligencia previa para ver cuando pasa un policía” “estos locos van a matar o morir” No es un efecto de imitación. Es un efecto producto de un hecho social que se explica causalmente.
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Lucas Rubinich —director de la carrera de Sociología UBA; Profesor titular de las cátedras de Sociología General y Sociología de la Cultura—

domingo, 2 de agosto de 2009

El VEL


El 10 de Agosto, retomaremos las clases del Seminario del Departamento de Investigación sobre la Violencia.
Graciela Ruiz dará la clase, a las 13,30hs.,en la EOL. El tema será " El neonarcisismo o la paranoia social como diagnóstico de la época".
Bien podríamos titularla también "De Alcestes a Roberto Piazza" y que nos disculpe Molière.

domingo, 26 de julio de 2009

"Vengo como violento"

J.-A.Miller
Fragmento del Curso 12 de noviembre de 2008

"El discurso del amo supone una identificación del sujeto por un significante. amo.
Este significante amo, puede tomar el valor de ser la cifra, condición de la evaluación, es también la explicación, y es también la categorización. No se conocerá sujeto más que en tanto estará afectado por una categoría, el niño, el adulto, el viejo, por ejemplo, categorías que reparten a la población, y por lo tanto no es el sujeto al que conoceremos, conoceremos un ejemplar de la categoría.
De este modo, el discurso del amo produce un cierto número de categorías y de categorías clínicas. Cuando formulamos. La obesidad es el mal del siglo después de haber formulado La depresión es el mal del siglo – está puesto en juego sucesivamente-, tenemos una clínica del amo en la que estamos evidentemente obligados a alinearnos. Somos llevados a validar estas categorías aportando refuerzos con lo que nosotros, con las reservas o con el saber que nosotros hemos acumulado por otra parte. Hay que decir, este funcionamiento está en vías de darse a pleno. El discurso del amo, especialmente en Europa pero también en los Estados Unidos, es actualmente pródigo en una nueva clínica, una clínica de significantes amo, que nuestros colegas italianos llaman gentilmente monosintomáticos. Para decir que se trata de una clínica organizada por significantes amo.
Sobre la base de estos significantes amo se pone al trabajo el saber, S2:
En particular se pone al trabajo el saber del psicoanálisis, que está allí en posición de esclavo, inscripto en la estructura del discurso del amo. No son abstracciones, son verdaderamente estructuras significantes, en efecto, donde no tenemos dificultad en encontrar el contenido empírico que se nos presenta todos los días y que se ostenta.
El problema, es que hay un elemento en todo caso que queda allí inasimilable, es el factor que tiene virtualmente la posibilidad de desreglar el conjunto, pero se encuentra en el fondo rechazado por este discurso.
Mientras que es precisamente este elemento: a, inasimilable, que ocupa el primer puesto en el discurso del analista que funciona con un saber inexplicable: S2, es decir un saber que no puede encontrar su lugar en el funcionamiento del discurso del amo que exige por el contrario la explicitación y la transparencia. Y el sujeto en función en el discurso del analista: $, es un sujeto que no está allí capturado en tanto que portaría rasgos, en tanto que portaría significantes amo. Esos significantes amo: S1, por el contrario, son rechazados y por el solo hecho de comprometerse en la experiencia analítica, podemos decir que el sujeto está virtualmente despojado de ellos:
Por lo tanto, no es en tanto que ejemplar de una categoría de la población que se hace un análisis. Y cuando uno va a establecimientos que están orgullosamente bautizados con esos significantes amo: Vengo como SDF, vengo como precario, vengo como niño, vengo como obeso, vengo como etc., ya al admitir eso, estamos en el costado del discurso analítico. Entonces, podemos ciertamente introducir una dialéctica, y decir: primero es necesario que el sujeto admita sus significantes amo para poder desembarazarse de ello – el lenguaje permite aquí todos los giros de prestidigitación. No obstante esas estructuras son la inversa una de otra."

sábado, 25 de julio de 2009

Pasantía en la Facultad de Psicología

Nuestra colega Marisa Morao, integrante del Departamento, nos envió esta información para su difusión:

Título de la pasantía: Violencia. Modos de intervención en los dispositivos clínicos y socio-comunitarios

Coordinador general: Lic. Marisa Morao

Colaboradores docentes y tutores: Lic.Diego Díaz, Lic. Virginia Notenson, Lic.Tomás Haas, Dra.Alejandra Zurita, dr.Jorge Blidner, Lic. Pilar Novillo, Lic. Romina Godoy,Lic. Héctor González, Lic. Félix José Chiaramonte, Lic. Sandra Tuccio, Lic. Silvia Brodsky.

Instituciones donde se desarrollará la actividad:

S.E.N.A.F (Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia) Teniente Gral. J. D. Perón 524 - Ciudad Autónoma de Buenos Aires

P.A.I.D.A. Programa de asistencia e investigación de las adicciones

-Comunidad terapéutica Tekove-Roga, Isla Silvia. Muelle 3 Río Lujan Tigre.
-Servicio Ambulatorio- Centro de día. Instituto Garrigós- Paz Soldán 5200. Ciudad Autónoma de Buenos Aires

-D.I.N.A.I (Dirección Nacional de jóvenes infractores a la ley penal)

Residencias educativas:
Centro de admisión de residencia “La esquina”.
Curapaligue 783. Ciudad Autónoma de Buenos Aires


CENARESO
Centro Nacional de Reeducación social- Ministerio de Salud
Combate de los Pozos 2133 (C1245AAS) Ciudad Autónoma de Buenos Aires

HOSPITAL GENERAL DE AGUDOS DR. TEODORO ALVAREZ
Aranguren 2701, pabellón I. Ciudad Autónoma de Buenos Aires

HOSPITAL DE NIÑOS RICARDO GUTIERREZ
Gallo 1330 (1425) Ciudad Autónoma de Buenos Aires

CENTRO PERIFERICO RAMON CARRILLO
Avda. Tomkinson 2130
San Isidro
Dependiente de la Municipalidad de San Isidro

Modalidad, día y horario de cursada:

Cuatro horas semanales de práctica en la institución a elegir y dos horas en el espacio de articulación teórico-práctico, los viernes de 18.00 hs. a 19.30 hs. en Hipólito Irigoyen, aula 16.

Inicio: 4 de septiembre

Finalización: 6 de noviembre
Duración: cuatrimestral
Dirigido a: profesionales de la Salud mental

Reunión informativa: Viernes 21 de agosto en H. Irigoyen. Aula 16

Informes: Secretaría de Extensión Universitaria – Facultad de Psicología- Universidad de Buenos Aires
H. Irigoyen 3242