lunes, 25 de mayo de 2009

El lugar de la violencia en "Sin lugar para lo débiles"


La película emite un mensaje, que no es sólo hacia los EEUU, no basta con que existan hombres decentes para detener a los imparables dueños de las calles, siempre más violentos y más determinados que cualquier cuerpo policíaco. Hay un sarcasmo derrotista que asoma en pasajes enteros de la película— viene quizás de la propia novela de Cormac McCarthy- que cambia el esquema del hombre decente y pertinaz que trabaja para llevar a un solo delincuente ante la justicia, por la simple nostalgia del hombre ante un mundo cambiante. Tal como sucede en las primeras lineas del libro de McCarthy, al inicio de la película, la voz en off, del sheriff Bell recuerda haber enviado con su testimonio, a la cámara de gas, al irreformable asesino de una niña de 14 años: "Creía que nunca conocería a una persona así y eso me hizo pensar si el chico no sería una nueva clase de ser humano".
La película de los Coen presenta la consideración de la posibilidad de una nueva clase de ser humano, interrogar de manera indirecta si estamos asistiendo a un cambio en la subjetividad moderna. Creo que sí. Ese cambio se caracteriza por la presencia en la constitución subjetiva de la ausencia cada vez más acentuada de la represión, de un discurso del no, de la instancia del Ideal del yo y del predominio de un empuje al goce.
Por otra parte, la película en sí misma no escapa a un rasgo de la sociedad actual: la de ser testigo del auge mediático de los asesinos seriales, empujando el dar a ver y favoreciendo la exhibición del crimen sin vestiduras que muestra el desgarro del Ideal del yo y el predominio del objeto pulsional. Forma parte de una serie de películas que tratan sobre el asesino y el mal y sobre todo, la impotencia de la ley y de las instituciones para, en nuestra época, responder a la violencia. Se aprecia también la caída de algunos de los ideales de la época que constituye la base de la tradición en muchos países: la igualdad, la justicia, la tolerancia.
No hay que olvidar que la película no trata sólo sobre la violencia. El efecto del humor absurdo está en ella, provocando risas involuntarias cuando cada vez que Antón aprieta el gatillo de su arma tan particular y extravagante o cuando Moss pide que llamen a un médico y su queja y lamento son ahogados por una banda de mariachis que pretende alegrarlo.

Pasajes del trabajo “El lugar de la violencia en “Sin lugar para los débiles”
De Carlos García

1 comentario:

Juan dijo...

Una de las hipótesis de la televisión es la corrupción, la otra es la inseguridad.