martes, 12 de mayo de 2009

La violencia en el discurso de la época



Ernesto Derezensky, Carlos Dante García, Marcelo Marotta, Graciela Ruíz


La cumbre política internacional realizada en Tegucigalpa, Honduras entre los presidentes de El Salvador, Honduras, Guatemala, Costa Rica y Nicaragua prueba que la violencia forma parte de la preocupación de los gobernantes, porque las políticas represivas y sociales ante el fenómeno de las “maras” han fracasado. Las “maras” son una especie de hermandad, constituida, según se estima, entre 40 y 250 mil jóvenes que se dedican a la delincuencia, la droga y la violencia. Hay diversas “maras” como la “Mara Salvatrucha” o la “Mara 18”. Todos sus integrantes andan tatuados, con la cabeza rapada y ropa holgada. Reciben el nombre de maras, como contracción del término marabunta, una colonia de hormigas depredadoras de las selvas de Sudamérica. Se dice también, que mara, es un término salvadoreño que es sinónimo de pandilla juvenil. Mara, neologismo del discurso de la época. Se iniciaron en los años 90 como barras juveniles de diversos barrios que, poco a poco se transnacionalizaron convirtiéndose en organizaciones. Los estudios de los expertos, atribuyen como causa de las maras a la pobreza y a la “mano dura”. Cuerpos casi totalmente tatuados. Calaveras, dragones, cruces gamadas o tumbas cinceladas, representan supuestamente sus códigos secretos. Isabel Muñoz, fotógrafa española que se dedicó a fotografiar a las maras, considera que es sorprendente que aún en el siglo XXI se utilice el cuerpo como medio de lenguaje, como un libro que habla de ellos mismos. Por el contrario nosotros, interpretamos que los tatuajes y las escarificaciones son el índice de la ineficacia de la incidencia del significante en la extracción del goce. Por lo tanto se trata de cuerpos holofraseados, que el lenguaje no ha logrado marcar.
Los sociólogos oscilan en sostener que están organizadas a partir de jefes o como hermandades. Lo que orienta su accionar sin embargo, es el secuestrar y el matar. Las mujeres, en estos relatos son presentadas como más duras y sanguinarias.
Ese accionar va acompañado por símbolos que les dan a ellos mismos su identidad, que no implican la presencia del Ideal del yo, sino la proliferación de un imaginario mortificante: la concepción de la muerte muy presente se refleja en un profusa imaginería en la que conviven el demonio, la propia muerte, escenas de sexo, retratos familiares, nombres de la persona amada. Testimonian del fracaso en la constitución de una identificación soportada en el rasgo. Se trata del ejercicio de una violencia sin regulación simbólica, sin sentido ni razón.

¿Por qué las maras son un caso? Del universal de la violencia, las barras bravas, los pibes chorros y las maras, como muchos otros fenómenos de violencia, son cada una, una parte, un elemento, un caso particular de la clase violencia. No hay acontecimiento ni fenómeno que no sea un hecho de discurso. El pasaje del universal a lo particular se realiza cuando podemos reconocer la máquina discursiva que pone en escena al sujeto con su particularidad de goce. No identificamos el caso con el individuo, se trata del sujeto de un discurso.

Pasajes del trabajo presentado en Belo Horizonte, en el último encuentro del Campo Freudiano, por los responsables del VEL.

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