lunes, 11 de mayo de 2009

La violencia a la que nadie pone nombre


Beatriz Sarlo, en el último número de la revista Viva, se pregunta porque no existe una movilización semejante a la que despierta el asesinato en el caso de las muertes por accidentes de tráfico. Hay mucho más muertos en las carreteras que aquellos que mueren en ocasión de un robo, secuestro o violación. Los números: durante el 2008 murieron 8.025 personas en accidentes automovilísticos, por cada muerto tres personas quedaron discapacitadas permanentes. Las estadísticas de muerte violenta del 2007: los homicidios en hechos de tránsito alcanzan el 58% del total, los homicidios en ocasion de delitos el 32%, quedan 10% sin causa mencionada. Sobre las explicaciones posibles, Sarlo argumenta que en el caso de los asesinatos por la delicuencia existe una diferencia entre la victima y el victimario a nivel moral, económico y racial. En los accidentes de tránsito la cosa es más confusa, cualquiera podría estar en la escena. No se coloca a los responsables del lado del Mal, de lo radicalmente distinto. Los delicuentes son "ellos" mientras que los que provocan muertes por accidentes de tránsito podrían ser uno de "nosotros". Alcohol tomamos casi todos pero la palabra "paco" dibuja un paisaje de villa y delito.
Interesante reflexión, cuál será el sentido que alcanza el lector medio de la revista Viva, al leer esta nota. ¿Se hará evidente la importancia que tiene el odio segregativo frente a la forma de goce del Otro, en la subjetivización de la realidad? ¿Se hará evidente la importancia de lo radicalmente distinto como fundamento de la intolerancia?

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