viernes, 29 de mayo de 2009

¡Cruza tranquilo que mamá te mira!



El ojo del poder al servicio de la vigilancia.

E l tema de la "inseguridad" divide al sujeto y la oferta del ojo vigilante restituye el estado de "protección". Pero sabemos que "el sentirse mirado" no siempre genera obediencia, por el contrario, puede generar desafío, violencia, sentimientos paronoicos. Tengamos en cuenta también que "dar a ver" la trasgresión es la condición de la trasgresión actual. Ya no se trata de la mirada de Dios que mira y avergüenza por el contrario es un ojo con voracidad de ver todo al que se quiere complacer.
Sonría, lo estamos filmando
www.notiar.com.ar
Macri inauguró un centro que controla 170 cámaras que vigilan varios puntos porteños. Sumarán otras 130 para fin de año. Con la premisa de dar más seguridad a los porteños, el jefe de Gobierno, Mauricio Macri, inauguró ayer el nuevo Centro de Monitoreo Urbano que controlará durante las 24 horas imágenes captadas en distintas zonas estratégicas de la Ciudad y que se inscribe en el marco del Plan de Seguridad Pública de la comuna porteña.
El nuevo centro de control dependerá del ministerio de Seguridad y Justicia de la Ciudad, a cargo de Guillermo Montenegro. En esta primera ya hay 170 cámaras y se calcula que para fin de año serán 300 las que estén en funcionamiento. El monitoreo apunta a aprovechar la vigilancia electrónica para combatir delitos o colaborar en situaciones de emergencia, como accidentes de tránsito o inundaciones.
Hay cámaras, entre otros lugares, en Palermo, Flores, San Telmo y Barracas. También hubo acuerdo con las asociaciones vecinales de Parque Lezama, Palermo y Liniers, así como la comunidad coreana del Bajo Flores.
En el lugar "se controlará durante las 24 horas imágenes captadas en distintas zonas estratégicas de la Ciudad", para cumplir con el "plan de seguridad pública", de modo de afianzar el control urbano y los proyectos de seguridad en Buenos Aires. La idea es ubicar las cámaras de control en los principales accesos a la Capital y sobre la General Paz y otras en los subtes A y H, en un principio.

miércoles, 27 de mayo de 2009

Sobre las familias en la actualidad. Del Antiedipo al poliedipo.


Miquel Bassols

De hecho, no hacía falta ningún "Anti-Edipo" para quien hubiera leído correctamente el diagnóstico que Jacques Lacan había hecho ya en 1960, en ese hoy conocido párrafo de su texto "Subversión del sujeto…" donde leemos: "El Edipo sin embargo no podría conservar indefinidamente el estrellato en unas formas de sociedad donde se pierde cada vez más el sentido de la tragedia".¿Para qué un antídoto si la epidemia misma revelaba ya las razones de su debilidad, la fractura de su apariencia monolítica? De hecho, el Anti-Edipo como objeción a un standard, al standard del Edipo como estructura normalizadora en la orientación del deseo del sujeto, hacía patente que la falla del padre y del Edipo no era decirlo todo, no era decir lo más importante de ese estrellato perdido. Anunciaba algo que era más difícil de conceptualizar y que era la multiplicación de las funciones de los Nombres del Padre en los nuevos fenómenos clínicos.Vemos hoy que no se trata de oponer un "anti" al mono-Edipo freudiano. La constelación de los "Poli-Edipos" parece, sin duda, más acorde con lo que las nuevas formas de familia ponen hoy de relieve, las formas llamadas "monoparentales" y que agrupan una gran diversidad de configuraciones. Lejos de terminar con el Edipo, estas formas suelen multiplicarlo. Digamos más bien que cuanto más monoparentales son las familias en su descripción, más poliedípicas se revelan en su estructura. Así, un niño de siete años le decía al analista que tenía tres casas: la casa del padre y su pareja, la casa de la madre y su pareja y la casa de su padre y su madre. Esta última, la más enigmática, es la casa ya vacía pero que coexiste en la misma temporalidad con las otras dos. El sujeto puede localizarse entonces en un poliedipismo con la condición de mantener una casilla vacía.Un conocido humorista español daba cuenta hace unas semanas de otra vertiente de este hecho de estructura en una viñeta en la que jugaba con el equívoco de "los padres" de un modo ejemplar. Dos muchachos van por la calle cargados con sus mochilas rumbo a la escuela. Uno le pregunta: "Tus padres ¿se llevan bien?". El otro le responde: "Casi todos, sí".Subrayemos el "casi todos" que marca en el equívoco de "los padres" lo que los pluraliza sin totalizarlos. No es que falte uno para completar la serie, es que por mucho que se multiplique esa serie siempre será no-toda.El "no-todo", que está en el fundamento de la pluralización de los Nombres del Padre no es, como ha indicado Jacques-Alain Miller, "un todo que comporte una falta sino por el contrario una serie en desarrollo sin límite y sin totalización; es por ello — seguía deciendo Miller — que el término de globalización es para nosotros un término vacilante porque se trata precisamente de que ya no hay todo y que en el proceso actual lo que hace todo y lo que hace límite está amenazado, vacila". Esta precariedad es lo que detecta el diagnóstico dado a gran escala de "patología de desorientación" del sujeto contemporáneo.

La pluralización de los Nombres-del-Padre da cuenta del nuevo momento para el sujeto en su patología de desorientación y de la constelación de significantes que se proponen para orientarlo en lo que el propio Lacan designó en la década siguiente como la aletosfera, el espacio donde el sujeto debe localizar sus objetos de goce.La aletosfera ve hoy proliferar buen número de sistemas de posicionamiento psíquico. En realidad, el mundo psi de las psicoterapias se propone hoy como el GPS del sujeto moderno enfermo de desorientación, es un sistema de psicoterapia global que propone al sujeto nuevos significantes, ya sean edípicos o anti-edípicos, para orientarlo en el campo de un Otro que existe cada vez menos.

El efecto producido por el uso sistemático del GPS psíquico lleva en realidad a una nueva patología, la del sujeto absolutamente localizado, evaluado e identificado por el significante amo, ese sujeto que el humor de los Marx ponía en escena en el diálogo de Chico: "they’ve found us; we are lost" — nos han encontrado, estamos perdidos", y de Groucho señalando la paradoja: "¿cómo vamos a estar perdidos si nos han encontrado?"Y, en efecto, cuanto más identificado, cuanto más localizado por los significantes está el sujeto, cuanto menos "dupe", cuanto menos equivocado está en los "nombres del padre", más yerra, más perdido se encuentra en el campo de su goce. Es así como podemos entender el equívoco que Lacan introduce con la pluralización de los nombres-del-padre, "les-non-dupes-errent", donde el sujeto yerra más en la medida en que es encontrado por sus significantes. Los poli-edipos no bastan entonces para orientar al sujeto en su goce, un sujeto que tiene una respuesta privilegiada en la clínica actual: la respuesta de la angustia. En el mar de los poli-edipos, la única señal certera es la de la angustia y es la contrapartida necesaria al no-todo en la proliferación de los poli-edipos.
¿Pero hay realmente un GPS posible para orientar la posición del sujeto en la aletosfera lacaniana? Solemos situar esa orientación en el "más allá del Edipo freudiano" o también con la conocida frase de Lacan: "pasar del padre a condición de servirse de él". Es nuestro modo de responder a la estructura de los poli-edipos de otra manera que con la lógica del "anti-" que sigue el principio de su proliferación politeísta.Es aquí donde cobra para nosotros especial importancia el momento subrayado recientemente por Jacques-Alain Miller en la enseñanza de Lacan, ese momento final del Seminario sobre la Angustia, diez años antes de cualquier Anti-Edipo, en el capítulo que ha titulado "Del ‘a’ a los Nombres-del-Padre". En el mar de los Nombres-del-padre, y gracias sin duda a haber intuido ya su pluralización en la estructura del no-todo, aparece allí, con su brillo particular, ese objeto que no tiene nombre, cuya estructura se muestra irreductible a la constelación significante y que Lacan escribe con el objeto "a", objeto producido por una pura y simple separación de goce.Señalemos de inmediato que la estructura de ese objeto lo descubre precisamente como "no orientable" en el campo visual. Todo el encanto de la topología de esa banda de Moebius que Lacan construye para dar cuenta de la estructura del objeto es que no tiene norte ni sur, ni este ni oeste, que define un espacio sin anverso ni reverso distinguibles, sin un horizonte, o mejor dicho, con un único horizonte que es el propio camino que el sujeto hace por su anverso y reverso.El objeto "a" como aquello que hace presente para cada sujeto "su existencia más radical" es, en efecto, un objeto no orientable por ningún sistema GPS. Sin embargo, es lo mejor que tenemos para la orientación en la experiencia analítica que Lacan define en esas últimas páginas como el modo de situar ese objeto como tal en el campo del Otro a través de la transferencia. Y es su estructura y su función lo que tal vez pueda permitirnos hacer el único uso no religioso del Nombre-del-Padre en el sujeto.

Trabajo presentado en Comandatuba. Congreso de la AMP
"Poli-edipos"
(Edipo y Antigona, Fulchran-Jean Harriet, 1799)

lunes, 25 de mayo de 2009

El lugar de la violencia....



Una película paradigmática con relación al tema de la violencia en la actualidad.

Un aspecto fuerte sobre la violencia, es la ausencia de la evidencia del dolor. Basta recordar las circunstancias por las que pasan los protagonistas y que llevan adelante a pesar de estar baleados, fracturados, desgarrados. En el seminario 7, sobre "La Ética del psicoanálisis" Jacques Lacan desarrolla como barreras frente a lo pulsional, la función del bien , de la belleza y del dolor.
Otro elemento significativo de la película es el azar como determinante de la vida y de la muerte, se trata de la expresión máxima de la violencia sin sentido, desanudada de cualquier tipo de discurso que la subjetive como necesaria. Siendo una de las características de la violencia moderna que se diferencia de la violencia salvaje que responde a códigos de honor o de venganza, según la descripción de Giles Lipovesky en su libro "La era del vacío".


El lugar de la violencia en "Sin lugar para lo débiles"


La película emite un mensaje, que no es sólo hacia los EEUU, no basta con que existan hombres decentes para detener a los imparables dueños de las calles, siempre más violentos y más determinados que cualquier cuerpo policíaco. Hay un sarcasmo derrotista que asoma en pasajes enteros de la película— viene quizás de la propia novela de Cormac McCarthy- que cambia el esquema del hombre decente y pertinaz que trabaja para llevar a un solo delincuente ante la justicia, por la simple nostalgia del hombre ante un mundo cambiante. Tal como sucede en las primeras lineas del libro de McCarthy, al inicio de la película, la voz en off, del sheriff Bell recuerda haber enviado con su testimonio, a la cámara de gas, al irreformable asesino de una niña de 14 años: "Creía que nunca conocería a una persona así y eso me hizo pensar si el chico no sería una nueva clase de ser humano".
La película de los Coen presenta la consideración de la posibilidad de una nueva clase de ser humano, interrogar de manera indirecta si estamos asistiendo a un cambio en la subjetividad moderna. Creo que sí. Ese cambio se caracteriza por la presencia en la constitución subjetiva de la ausencia cada vez más acentuada de la represión, de un discurso del no, de la instancia del Ideal del yo y del predominio de un empuje al goce.
Por otra parte, la película en sí misma no escapa a un rasgo de la sociedad actual: la de ser testigo del auge mediático de los asesinos seriales, empujando el dar a ver y favoreciendo la exhibición del crimen sin vestiduras que muestra el desgarro del Ideal del yo y el predominio del objeto pulsional. Forma parte de una serie de películas que tratan sobre el asesino y el mal y sobre todo, la impotencia de la ley y de las instituciones para, en nuestra época, responder a la violencia. Se aprecia también la caída de algunos de los ideales de la época que constituye la base de la tradición en muchos países: la igualdad, la justicia, la tolerancia.
No hay que olvidar que la película no trata sólo sobre la violencia. El efecto del humor absurdo está en ella, provocando risas involuntarias cuando cada vez que Antón aprieta el gatillo de su arma tan particular y extravagante o cuando Moss pide que llamen a un médico y su queja y lamento son ahogados por una banda de mariachis que pretende alegrarlo.

Pasajes del trabajo “El lugar de la violencia en “Sin lugar para los débiles”
De Carlos García

jueves, 21 de mayo de 2009

Paradojas del matar


Carlos Dante García

Nuestro tiempo parece un tiempo violento. No hay medio de comunicación que no lo resalte ni político que no se preocupe por ello. Parece haber más violencia pero también hay más gente, más información, más difusión. Parece haber más asesinatos. El discurso corriente, el discurso común de la opinión dice que hay violencia y crímenes en sus más diversas vestiduras. El ciudadano común no percibe que sigue fascinado como lo estaba el ciudadano del siglo XIX por el gran criminal. En nombre de la preocupación por la inseguridad se difunde todo tipo de muerte. Al difundirla, se lo hace mediante un encuadre, mediante palabras con las que se transforma de manera imperceptible la significación misma de la violencia y el matar. La acción mortífera, el matar puede ser un acto legal si se hace en “buena forma”. En otras épocas, esa función de la buena forma de matar la cumplía el verdugo. Éste era alguien que mataba y mata, ya que en muchos lugares del mundo se conserva ese oficio social, en nombre de la humanidad y sobre todo de la ley. En toda cultura, ese era un personaje central .En las antiguas monarquías asiáticas el oficio del verdugo lo ejercía uno de los principales dignatarios de la corte, que recibía el título de gran sacrificador. Entre los romanos eran los lictores (oficiales públicos); en los galos, los sacerdotes; en Alemania, el más joven de la comunidad; en algunos países los taberneros y carniceros; entre los israelitas por el mismo pueblo, los afectados y hasta los jueces. El verdugo es un criminal sin delito como lo destaca Russell P. Sebold acerca de “El verdugo” de Espronceda. Se destaca permanentemente que se vive haciendo de la intimidad un espectáculo, tesis sostenida por Paula Sibilia en “La intimidad como espectáculo” como rasgo de exhibición de la intimidad en la escena contemporánea. Compartimos esa tesis pero no debemos olvidar que las ejecuciones de delincuentes, de criminales y de todo anormal eran fiestas populares en las que la gente iba a ver las escenas y gozaba y disfrutaba de ello. Se comprendía que la sociedad necesitaba sangre y gozaba como en una fiesta. En nuestra época las ejecuciones populares se localizan bajo la forma del llamado "crimen organizado" bajo sus diversas formas: terrorista, narcotraficante, ejército legal o ilegal. En todas sus formas, manifiestan un deseo de sangre social que está condenada porque se entiende que aquellos que matan en forma social no deberían gozar por ello. En tiempos del siglo XVIII lo social era heredero de los actos y por lo tanto el derecho en el continente europeo se caracterizaba por su extrema crueldad, arbitrariedad y falta de racionalidad. La venganza se manifestaba en la sed de sangre. Fue Cesare Beccaria quien introdujo reformas en el código penal reduciendo la satisfacción que podría encontrar en el matar aquel que ejecutaba una ley. Nuestra época paradójicamente va hacia el no matar, apunta a reducir el matar a pesar que cada vez más se hable de crímenes. Baste considerar cómo se extiende por el mundo la abolición de la pena de muerte. Evolucionamos hacia un ejercicio del derecho y por lo tanto, un ejercicio del orden público, limpio de cualquier satisfacción o goce de matar. Se tiende en el discurso de la época, discurso cientificista, orientado por lo general por las neuro ciencias a objetivizar cada vez más el crimen y al criminal. El efecto de esto es la reducción de la subjetividad del criminal, es la destitución de la significación subjetiva del acto criminal. Dentro de las tantas paradojas del matar, podemos mencionar el proyecto de investigación que lleva adelante el Dr. Kagan de la Universidad de Harvard, en la que sostiene que dentro de 10 años los análisis genéticos, demostración de la supuesta objetividad, deberán ser capaces de identificar a 15 niños de un grupo de 100 los de tendencias agresivas con la probabilidad de termine cometiendo un crimen violento en el futuro. En el mismo sentido, se diseñó un aparato de tomografía computada capaz de detectar la actividad cerebral con posible base genética en sujetos considerados violentos. La justicia de EE.UU. lo utiliza a prueba para determinar el grado de peligrosidad de los acusados y su uso dice que promete extenderse para otorgar o no la libertad condicional de los presos. Vivimos una época en la que hay un imperativo de salud imposible que cada vez se extiende más, que pretende hacer de todos los seres humanos seres virtualmente enfermos, portadores asintomáticos de la violencia o del crimen en los genes. Fukuyama avisaba: “Pronto poseeremos la tecnología que nos permita criar personas menos violentas o gente curada hacia la conducta criminal” Impresionante paradoja: cuanto más se desubjetiva el crimen más crímenes y violencia hay, cuánto más se estudia el crimen en forma pseudo científica en un país que quiere la paz, más ese país participa de la violencia. Sabemos que la definición de responsabilidad social y personal cambia según la época, como cambia la responsabilidad jurídica construida por el derecho, según los tiempos y las tradiciones. La responsabilidad y el crimen cambian según cambia la definición de bien social y los fines sociales. Nada justifica al crimen y el matar pero el matar es humano, forma parte de lo humano. Como lo afirmó J-A. Miller en la presentación de libro “¿A quién mata el asesino?”[1], Psicoanálisis y criminología. Nada es más humano que el crimen. Una abogada, en una conferencia sobre el tema compartió públicamente, un recuerdo de la infancia, en la que pudo localizar su incipiente vocación por la justicia y la abogacía cuando apenas tenía 4 años. Había nacido un primito que acaparó toda la atención de los familiares y la niña sentía intensos celos; ella había escuchado que no debía tocarle la mollera (también llamada fontanela es un agujero del cráneo en los recién nacidos, formado por la unión incompleta de los huesos del mismo). En un descuido, se pudo acercar al moisés en el que estaba y apenas llegó a mover su mano hacia la cabecita escucha una voz estruendosa que dice: “¿Qué estás haciendo?”, atravesándole todo su cuerpo. Origen de una culpa apenas comprendida. Freud fue el que reflexionó sobre los sueños de contenidos inmorales y sobre si el sujeto es responsable por su contenido. Se sabe que en los sueños se hacen cosas que transgreden todos los códigos, las leyes. El núcleo de los sueños es una transgresión a la ley[2]. Los sueños conscientes de contenido inocente y correctísimos, también son inmorales una vez que se los descifra. Los contenidos conscientes o inconscientes de los sueños son inmorales: asesinatos, crímenes, crueldad, incesto, despotismo, egoísmo, sadismo, etc. Desde Freud, todos somos sospechosos de…pero, debemos asumirlo. La respuesta de Freud es que lo inmoral forma parte de nuestro ser. Los neurocientíficos también lo captan pero para ellos en vez de formar parte del ser, forma parte de lo neuronal, de los genes, del organismo y por lo tanto de una dimensión desubjetivada del matar. Esto no es sin angustia, para aquellos en los que se le presenta como un conflicto. Están aquellos que no tienen conflicto, que no tienen culpa, que matan, así lo dicen, por diversión y a veces por satisfacción sexual, los perversos, los llamados serial killer, nos muestran el crimen en su máxima paradoja: muestran una cara humana, de la naturaleza humana, aunque compartamos la condena, el repudio, la piedad, la compasión. Lo social en sus más diversas manifestaciones y construcciones, como el derecho y la criminología, son manifestaciones reactivas a lo inmoral. En este sentido, nos podemos quedar tranquilos: los jueces y abogados tienen derecho a tener sueños inmorales; los justicieros, sueños de venganza. Estas manifestaciones subjetivas paradojales en escala individual también se elevan a manifestaciones colectivas en masa hasta abarcar a países enteros. El país que más sostiene en apariencia, los más elevados ideales de justicia y rectitud, puede en nombre de esos ideales, cometer los crímenes más atroces y ser el país más cruel del planeta a pesar que, sus incursiones armadas demuestren con su sofisticado armamento, una precisión quirúrgica que pretende borrar todo rastro de crueldad. Otra paradoja más. En su valor kantiano, déspota es un soberano que quiere hacer feliz al pueblo según sus ideas. En éste sentido, el déspota más terrible no es el que desea el mal al otro, sino aquel que quiere su bien, conforme a sus propias ideas: parece una paradoja[3]. Lo más humano está constituido paradojalmente por lo inhumano.
[1] Tendlarz S- Garcìa Carlos D. “¿A quién mata el asesino?” Grama Editorial. 2008.
[2] Miller J-A, “Nada más humano que el crimen”. Presentación.
[3] Miller, J.A, “Los signos del goce”- “Saber sin sujeto”, CapXXV, Paidòs, 1998, p. 426.

lunes, 18 de mayo de 2009

Ni monstruo ni abusador






En los últimos días, los medios de comunicación recurrieron a la palabra "monstruo" que fue usada para el caso Fritzl y que reaparece en la noticia sobre el padre que había violado a su hija, en la provincia de Mendoza, desde pequeña hasta la actualidad.

E. Giberti en su articulo de Pagina 12, cuestiona la utilización de la palabra "monstruo" porque connota un hecho ajeno, alejado, de otro planeta, de otra raza que no nos concierne. También cuestiona la palabra "abuso" que diluye la gravedad del hecho y es más liviano que violación incestuosa. Nos advierte frente a la influencia del derecho en la determinación del lenguaje que acatamos sin advertir el desplazamiento de sentido.

Interesante reflexión que pierde su posible riqueza cuando converge en la explicación universal, "pret a porter" de la psicologia de género, el ordenamiento patriarcal de las sociedades es el mal de todos los males. Congruentemente con esto para E. G. la utilización de estos dos términos protege la figura del padre. Según su opinión hablar de violación incestuosa generaría problemas en el ordenamiento patiarcal de la sociedad. Por esta misma razón E. G. propone retomar el termino "incesto".

Señalemos que este termino no es ajeno a la tradición del padre que por el contrario lo acompaña desde sus más remotos origenes. Esta vuelta a los terminos tradicionales es más una invocación a la función del padre que un ataque a su figura, invocación que nos muestra más su debilitamiento que su plenitud.

domingo, 17 de mayo de 2009

Nada más humano que el crimen (III)


Jacques Alain Miller

Lo insondable y lo insensato
Escuché en una supervisión el análisis de un futuro criminal –que se reveló después como tal– en el que aparecían algunos rasgos paranoicos, no demasiado fuertes. Algunos años después me enteré que este sujeto se volvió un criminal.
En este libro hay unas páginas muy interesantes sobre una mujer criminal interrogada públicamente por Jorge Chamorro, el caso Hortensia. Durante la presentación de enfermos, que duró una hora y media, nuestro colega logró demostrar que se trataba de una psicosis mientras que el diagnóstico inicial era de histeria. No voy a retomar en detalle esta entrevista, sino subrayar que ella tenía la certidumbre delirante desde los seis años, el presentimiento seguro de lo que iba a ocurrir.
Si ahora uno se pregunta qué sería un derecho inspirado por el psicoanálisis, por lo menos un derecho que no desconociera al psicoanálisis, se podría decir que sería un derecho que matizaría su creencia en la verdad. En Francia, cuando un testigo testimonia frente al tribunal debe jurar decir la verdad y solamente la verdad. Un derecho inspirado en el psicoanálisis tomaría en cuenta la distinción entre lo verdadero y lo real, que lo verdadero nunca logra a recubrir a lo real. La verdad es una función temporal y también de perspectiva. La verdad tiene agujeros. La verdad no es el reverso exacto de la mentira. El más verdadero de los estatutos de la verdad es la verdad mentirosa. Lo real mismo, cuando trata de decirse, miente.
Así, este derecho, decía, tomaría en consideración que tanto el discurso del derecho como el discurso del psicoanálisis es una red de semblantes. El derecho tomaría en cuenta la relativización de la verdad y tendría consciencia de ser una construcción social. Creo que los agentes del derecho tienen ya autoconciencia de vivir una construcción social.
Este derecho también tomaría en cuenta que el sujeto constituye una discontinuidad en la causalidad objetiva, que nunca se puede recomponer totalmente la causalidad objetiva de un acto subjetivo. Deberían saber hacer con la opacidad que resta, y que hay algo de insondable en una decisión subjetiva del delincuente y del criminal. Esa misma opacidad se encuentra en la decisión jurídica puesto que nunca es pura aplicación de los códigos jurídicos. La decisión jurídica tiene en su centro una decisión sin fundamento, ex-nihilo, algo de creacionismo y de insensato.
¿Qué sería de los jueces inspirados por el psicoanálisis o que no desconocieran sus lecciones? Pienso en esa frase de Lacan en la que decía que los únicos verdaderos ateos están en el Vaticano. Creo que significa que cuando uno maneja la "máquina", no solamente no necesita creer, sino que puede y no debe creer. Para poder servirse correctamente de la palabra Dios hay que saber prescindir de creer en él. Quizás los jueces, los abogados y los profesores de derecho son quienes mejor saben que no hay justicia. El derecho no es la justicia. Sería muy peligroso que crean en la justicia, en ellos sería un delirio creer en la justicia. Lacan a veces se quejaba de que los analistas no creían en el inconsciente, por lo menos para reclutarse.
A la justicia hay que dejarla divina, dejarla en las manos de Dios, para el momento del Juicio Final. Para nosotros, en la Tierra, basta el discurso del derecho.
Texto establecido por Silvia Elena Tendlarz.
1-
El martes 29 de abril de 2008 tuvo lugar la presentación del libro ¿A quién mata el asesino? Psicoanálisis y criminología, de Silvia Elena Tendlarz y Carlos Dante García en el Aula Magna de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. La presentación estuvo a cargo de Mariano Ciafardini (Profesor de Derecho Penal, Facultad de Derecho, UBA); Carlos A. Elbert (Profesor de Derecho Penal, Facultad de Derecho, UBA); Germán García (Psicoanalista, Director de Enseñanzas de la Fundación Descartes) y Jacques-Alain Miller (Psicoanalista, Director del Departamento de Psicoanálisis de la Universidad de París VIII), con la coordinación de Jorge Chamorro.
2-
Freud S., Obras Completas, Amorrortu, Buenos Aires, 1976, "Algunas notas adicionales a la interpretación de los sueños en su conjunto", 1925.
3-
De Maistre J., Les Soirées de Saint-Pètersbourg, Paris, Robert Laffont, Bouquins, 2007, pp. 455-775.
4-
Epître de Saint Jean 1 Jo3.15, Apocalypse: Apoc 21.8 et Apoc 22.15.
5-
De Maistre J., Èclaircissementes sur les sacrifices, Paris, Robert Laffont, Bouquins, 2007, pp. 805-828.